La producción lechera es posiblemente la actividad económica más transversal del sur de Chile y que más sustento llevó a los hogares rurales. Si bien las primeras actividades lecheras comerciales se iniciaron en los alrededores de Santiago, con el tiempo se fueron consolidando hacia el sur, para asentarse en las verdes praderas de las actuales regiones de Los Ríos y Los Lagos, y parte de La Araucanía. Por años se contaban por miles los productores que entregaban su leche a cientos de procesadoras pequeñas, medianas y grandes, pero hoy, con el pasar del tiempo y varias crisis y conflictos en el cuerpo, no se suman más de dos mil quinientos los productores primarios de leche, con una producción que bordea los 2.200 millones entre muy pequeños informales y grandes empresarios del rubro, según se desprende de la información del Observatorio Nacional de Lácteos de Fedeleche.
Si bien el gran peak de producción se obtuvo en la temporada 2020, con un estimado de 2.500 millones de litros, la producción se ha mantenido en los últimos años rondando las 2,5 mil toneladas, considerando todos los estratos de la producción. Con el transcurso de los años hemos visto un recambio de protagonistas en la producción primaria, que llena de optimismo. La mayoría de ellos con una visión de más largo plazo, sin temores a la asociatividad y con la voluntad de continuar invirtiendo con entusiasmo.
Este grupo de lecheros se centró en la conformación de equipos de colaboradores bien coordinados, capacitados y por sobre todo bien remunerados. Como también con la contratación de asesores y profesionales que apoyan en las determinaciones prediales, a los cuales hago un especial reconocimiento. Si bien hay especialistas en los diversos modelos productivos, todos tienen una máxima, que es optimizar los márgenes de los productores, ya que han comprendido de lo estrechos que son.
Con todo, la lechería en Chile ha mantenido un tremendo optimismo y ha ido consolidándose como una actividad tremendamente profesionalizada y competitiva, con altos estándares de calidad y sostenibilidad, lo que ha permitido estar presentes en mercados globales de leches procesadas, con una oferta cercana a los doscientos millones de dólares. La leche condensada, las preparaciones infantiles y los quesos llevan la delantera.
Hoy los mercados y la globalización nos enseñaron a que el gran desafío sigue siendo la integración de los productores primarios, en organizaciones más grandes, con capacidad de procesar y de mirar los mercados que mejor pagan los lácteos.
Aquí, la labor de las cooperativas y las organizaciones comerciales son y serán clave en este proceso, que hoy vemos consolidadas y maduras.