Con alguna frecuencia nos vemos enfrentados a elegir, motivados por los hechos puntuales o por complejas coyunturas. Estas pueden ser tan asfixiantes, o así lo percibimos, que somos capaces de ceder mucho de lo personal, con el fin último de liberarse de esa angustia. Algunos incluso acuñaron el refrán "el que se está ahogando se puede agarrar de un fierro caliente", indicando que algunas veces el remedio puede ser peor que la enfermedad.
Así, cuando los países se enfrentan a procesos eleccionarios dentro de una convulsión social, o cuando los valores tradicionales se trastocaron con la delincuencia o crimen organizado, se prioriza a quien se haga cargo de aquel conflicto y nos descuidamos del resto del programa de gobierno, estimando que no debiera ser tan malo, ya que lo único importante del momento es que se hagan cargo del mal mayor.
Entonces, y convengamos por un momento que se alinean los astros y luego de un gran consenso nacional, se logre la anhelada estabilidad social. En estas circunstancias, lo más probable es que los elegidos continúen con su programa trazado y ahí viene la pregunta, ¿conocemos los detalles del plan de cada uno de los candidatos?. El candidato que mejor controlaría la delincuencia, ¿tendrá un acabado programa para mis otros intereses?. Por desconocerlo somos capaces de tildar de traidores a los elegidos por continuar con su plan de gobierno, al no estar alineado con mis intereses.
Ejemplos tenemos muchos y en ambos lados del espectro político. Lo importante para enfrentar estos dilemas es acudir a las urnas con la razón más que con el corazón, que normalmente está muy afectado por las circunstancias. Sin embargo, la recomendación es leer y escuchar los debates. Ahora bien, sorprenderse por acciones del elegido ¿será culpa del candidato o del votante?. Cuando la diferencia es poca, no pasa nada y la vida continúa, sin embargo, cuando el resto del programa es completamente desconocido, el escenario puede ser complejo en grado extremo.
No podemos darnos el lujo de sorprendernos como ocurrió hace algunos años, que frente a una dificultad con la producción agropecuaria, cuando un representante del gobierno de la época dijo "si no pueden competir, cómanse las vacas" o "Chile se deberá concentrar donde tenemos ventajas competitivas", sin entender o hacerse cargo de las distorsiones del mercado. Por ello, la próxima elección cobra una especial relevancia, más cuando hoy tenemos cerca de una cincuentena de personas pre-inscritas para las presidenciales, que tratarán de diferenciarse con muchas "frases para el bronce".
Hay que leer el programa completo, incluso la letra chica. Al final, si uno elige mal, tendrá que aceptar el resto del programa, como el pelillo del durazno.