Según la Real Academia Española (RAE), la definición de "voto" es la "expresión pública o secreta de una preferencia ante una opción"; mismo voto que nosotros, ciudadanos chilenos, entregamos a quien nos haya logrado convencer con sus propuestas para construir un mejor país desde su futuro cargo político, en las múltiples elecciones celebradas a lo largo de los años.
Gracias a nuestra Constitución, a las leyes electorales y a la democracia, ejercemos esta libertad ciudadana que nos llena de ilusión a la hora de sufragar, ya que confiamos en las palabras de nuestras próximas autoridades. Porque el ser humano siempre vuelve a creer y la esperanza nunca se pierde.
Sin embargo, la política se ha transformado en un juego de polémicas, acentuado por el devenir efervescente de la contingencia y las redes sociales, desvirtuando en este proceso prácticamente a todas las instituciones que en el pasado ostentaron de gran reputación y confianza ciudadana.
Y los chilenos vemos cada día cómo nuestro candidato "A", el mismo que resultó electo con nuestros votos, cambia su discurso y promesas de la noche a la mañana, engañando a su electorado de la manera más impúdica, por supuesto siempre bajo grandes titulares y lineamientos políticos que prácticamente lo justifican todo.
Porque debemos entender que nuestro sufragio también lleva implícito un "voto de confianza", nuestra "aprobación y autorización que se da a alguien para que efectúe libremente una gestión" (RAE) mediante nuestro voto. Y es aquí donde está el mayor pecado de la clase política: aprovechar ese voto de confianza para su propio interés.
Casos podríamos enumerar muchos, pero los resultados de las recientes leyes en torno al resguardo en nuestros campos de los perros asilvestrados, de la Reforma Tributaria y la Reforma Previsional, son claros ejemplos de lo que sucede cuando ese voto de confianza se quiebra.
Así, según la 91° edición de la encuesta CEP, el Congreso y los Políticos son las dos instituciones peor evaluadas de nuestro país, resultados ratificados por la encuesta Cadem. La confianza es el mayor capital reputacional tanto para empresas como instituciones, y por cierto, para políticos. Pero es la que más fácil se pierde y más cuesta volver a recuperar.
En las próximas elecciones volveremos a creer y a confiar, pero los invitamos a reflexionar sobre la importancia de ese "voto de confianza" que implica nuestro "voto", e identificar a quienes lo traicionaron. Porque al menos los agricultores agrupados en el gremio Aproleche Osorno, estaremos viendo muy de cerca cada decisión de nuestras autoridades. Porque seremos humanos, pero no tontos.