Son diversos los expertos que han dado la voz de alarma acerca de las graves consecuencias -tanto inmediatas como así también de largo plazo- que puede tener en los niños el exceso de regalos materiales en días tales como cumpleaños, fiestas de Navidad, Día del Niño, etcétera.
Estamos viviendo en una sociedad de consumo, donde existe una sobresaturación de regalos materiales, lo que, en rigor, se traduce en que los adultos tienden a obsequiar muchas más cosas de lo que es necesario y más de lo que la emotividad de un niño puede aceptar.
Al respecto de esta situación, se habla del "síndrome del niño híperregalado", en relación con el cual, el Dr. Javier Urra -experto español en pedagogía terapéutica- indica que un exceso de regalos materiales puede terminar desembocando en una personalidad exigente por parte del niño, con graves dificultades para tolerar la frustración, si no recibe todo lo que quiere.
En la medida que estos niños van creciendo y se hacen adultos, es probable -según el Dr. Urra- que se conviertan en adultos que tenderán a pedirle a la vida y a la sociedad más de lo que éstas pueden ofrecerle. A lo anterior, se suma el hecho que estas personas ven el mundo desde una perspectiva muy simplista y egocéntrica, a saber, que todo debe girar a su alrededor, lo que, a su vez, se traduce en que los niños se convierten en sujetos posesivos, condición que los lleva a que trasladen esa visión a las personas, es decir, que vean a los demás como meros "objetos destinados a satisfacer sus deseos internos", situación que dificultará el establecimiento de relaciones afectivas profundas y saludables.
Se sobreentiende que esto tiene consecuencias en el ámbito personal y afectivo (o amoroso), donde la empatía y la reciprocidad son cualidades fundamentales.
De ahí la importancia de practicar la "regla de los cuatro regalos", una fórmula que pretende combatir el fenómeno de los menores híperregalados, a saber: un regalo que el niño desee; uno que necesite; un regalo para leer; y otro para compartir o aprender. Este enfoque no sólo reduce el nivel de consumismo, sino que también enseña y fomenta valores en el niño tales como la gratitud, el disfrute del tiempo que se pasa en familia y el aprecio por lo recibido.
Importante, asimismo, es que los padres regalen a sus hijos juguetes que puedan fomentar la creatividad, el juego libre y la interacción con otros niños.
Otros expertos recomiendan que uno de los regalos sea una experiencia, es decir, algo que no sea material, tal como es el caso de un evento a disfrutar junto con los padres.