En octubre pasado el Ministerio de Salud inició, tempranamente, la campaña de prevención de contagios con hantavirus, que ha estado dirigida principalmente a personas que realizan actividades al aire libre, en camping o espacios recreacionales, así como a residentes y trabajadores de zonas rurales o semirurales, y que alcanza su período más crítico en verano. De hecho, es una de las patologías que son parte de la Campaña de Verano Minsal 2024-2025 y en la que se hace especial énfasis por su reconocida letalidad.

En una circular de alerta por hantavirus se detalló que el año pasado hasta el 30 de septiembre la cantidad de contagios llegaba a 25 a nivel nacional, con una letalidad del 20%.

El Ministerio de Salud ha pedido que las familias eviten conductas de riesgo, como internarse en matorrales o recoger frutos silvestres. Los llamados están dirigidos a dos grupos especialmente: las personas que viven o trabajan en el campo y las familias que van de camping o paseos al aire libre, para que no se expongan al posible contacto con ratones o sus desechos, con el fin de evitar contagiarse con el virus.

Asimismo, es necesario identificar situaciones de riesgo y ser cuidadoso en el manejo de las basuras, la conservación de los alimentos y comportamientos en el sector rural, en los campings y lugares donde pudiese habitar el ratón de cola larga. Antes de ingresar a cabañas o bodegas se debe ventilar el recinto al menos treinta minutos. Una vez dentro y luego de ver si hay señales de roedores, se debe rociar el piso con cloro, utilizando mascarilla y guantes. Todas las recomendaciones y las medidas de prevención se encuentran disponibles en la página del Minsal, además del fono Salud Responde, donde cualquier consulta puede ser vital para salvar vidas y detectar con anticipación una enfermedad que puede ser grave.

Construir es una acción que trasciende lo físico y lo visible; es la esencia que impulsa a una sociedad a desarrollarse, evolucionar y prosperar. Aunque a menudo lo asociamos con levantar edificaciones, construir está intrínsecamente presente en todo lo que hacemos, porque edificar no es solo transformar el espacio, sino también nuestra forma de vivir y convivir.

En su dimensión tangible, construir crea los cimientos sobre los que se sostienen nuestras vidas. Viviendas, hospitales, escuelas, carreteras y espacios públicos son más que estructuras; son oportunidades para habitar, aprender, conectar y crecer. Sin estas obras, una sociedad no podría garantizar el bienestar básico de sus ciudadanos ni avanzar hacia un desarrollo equitativo y sostenible.

Pero construir no se limita a materiales y planos. Construimos cada vez que colaboramos, imaginamos soluciones o tejemos relaciones humanas.

Cuando fortalecemos valores como la solidaridad, innovamos para resolver desafíos o planificamos un futuro mejor, estamos construyendo. Este acto está presente en cada decisión, en cada comunidad y en cada visión compartida.

Desde un enfoque técnico, construir también es vital para la economía y el progreso. Cada obra genera empleo, dinamiza industrias y fomenta la innovación tecnológica. Pero más allá de los números, construir es importante porque refleja nuestras prioridades como sociedad: cómo cuidamos el medio ambiente, cómo conectamos a las personas y cómo aseguramos un legado para las próximas generaciones.

Construir está inmerso en todo porque define nuestras acciones y aspiraciones. Una sociedad que construye con responsabilidad no solo crea estructuras funcionales, sino también un tejido social sólido y resiliente.

Construir es, en el fondo, un acto de fe en el futuro: un testimonio de nuestra capacidad de imaginar un mundo mejor y de trabajar unidos para hacerlo realidad.

Por eso, construir no es solo importante; es indispensable. Es la herramienta con la que damos forma a nuestros sueños, a nuestra convivencia y a nuestra esperanza. Porque en cada acción de construir está el reflejo de quiénes somos y el propósito de quiénes queremos ser.