J. Palta/ N. Labra
Los actores chilenos Néstor Cantillana y Blanca Lewin son los protagonistas de "Patio de Chacales" que se estrena mañana en cines nacionales, la primera película del cineasta Diego Figueroa, que se encuentra ambientada en 1975 y se cataloga como un thriller psicológico, donde lo no dicho toma mayor protagonismo que los diálogos hablados. El film ha tenido diversa repercusión con algunos reconocimientos, desde Estonia hasta la Región del Ñuble.
En entrevista con este medio, Cantillana profundiza en la creación de su personaje y la profundidad sonora del film, clave para mantener la tensión entorno a una historia oscura.
-Cuéntanos un poco sobre la historia de Patio de Chacales y tu personaje, Raúl.
-Patio de Chacales cuenta la historia de Raúl, un hombre introvertido y de pocas palabras que se dedica a hacer maquetas. Vive con su madre, quien está postrada, y es un individuo común y corriente, aunque especialmente tímido, con muy pocas habilidades sociales. Su mejor amigo es un pájaro, y mantiene una relación de amistad con su vecina, interpretada por Blanca Lewin, quien le ayuda a cuidar de su madre.
La película nos narra cómo la vida de Raúl cambia radicalmente de la noche a la mañana cuando empieza a escuchar ruidos extraños provenientes del otro lado del muro. La trama explora cómo un hombre común enfrenta situaciones extraordinarias y el dilema ético y moral que surge al descubrir lo que sucede al otro lado del muro, y la necesidad de tomar una decisión al respecto.
En el último tercio, la película presenta un giro interesante que invita al espectador a revisarla desde una nueva perspectiva. La historia se convierte en un viacrucis para Raúl, quien, debido a la violencia y el horror que ocurren en la casa vecina, emprende un viaje paranoico y profundamente angustioso, que no tiene un final feliz.
-Mirando hacia atrás en tu carrera, esta es tu primera vez protagonizando una película de thriller. ¿Cómo fue para ti estar en el centro de este género?
-Sí, esta fue mi primera vez protagonizando una película en este género, que es un thriller psicológico, casi rozando el horror o el terror. Lo disfruté muchísimo. Me encanta este tipo de películas porque son especiales y muy particulares. El protagonista no es un personaje activo ni impulsado por grandes pasiones; al contrario, es un hombre gris, opaco.
Una de las mayores dificultades de este papel fue transmitir todo lo que el personaje sentía y experimentaba sin verbalizarlo. En esta película, el misterio es clave, lo no dicho y lo no mostrado son fundamentales. Por eso, lograr expresar esos sentimientos de manera silenciosa fue un desafío muy interesante.
Además, el montaje y el trabajo sonoro de la película son cruciales para mantener la tensión del espectador. Hay una constante sensación de peligro y miedo que se percibe en todo momento. Fue fascinante experimentar esto en las funciones con público, especialmente en Viña del Mar, donde muchos jóvenes que no vivieron la dictadura comentaban que ahora entendían lo que sus padres les contaban sobre esa época: el miedo, la desconfianza, y cómo la gente no se atrevía a hablar.
Creo que esta película, además de ser un thriller de género, logra conectar de manera muy íntima con la historia de nuestro país.
-¿Cómo fue el proceso de transformación para interpretar a Raúl en Patio de Chacales?
-La construcción del personaje giraba en torno a imaginar cómo pensaba, cuáles eran sus procesos mentales y qué lo impulsaba a actuar o, en muchos casos, a no hacerlo. Es un personaje que el espectador constantemente desea que hable, que actúe, pero a medida que avanza la película, se comprende lo difícil que le resulta convertirse en una persona de acción.
El otro aspecto fue físico. Raúl tiene una cojera, resultado de una herida de bala sufrida durante su tiempo en el servicio militar (...). Este aspecto físico requirió un trabajo de coordinación, ya que las escenas no se filman en orden cronológico. Necesitaba tener claro en qué punto de la historia la cojera era más intensa o sutil. Aunque busqué referencias para la cojera, fue durante el rodaje, cuando ya tenía el vestuario y los zapatos del personaje, que logré encontrarla. Caminé alrededor de la manzana durante unos 10 o 15 minutos hasta encontrar la cojera adecuada.
-Hace siete años fue tu última teleserie. ¿Te interesa participar de ese tipo de propuestas?
-La verdad, se me hace muy difícil pensar en la posibilidad de hacer una teleserie. Llevo tres años viviendo en Valdivia, y el ritmo de las teleseries es un poco incompatible con vivir tan lejos, ¿no? En cambio, puedo hacer cine y series porque manejan tiempos distintos.