Esta semana generó controversia el recorte presupuestario al Ministerio Público y al Poder Judicial. Es una noticia compleja, ya que deja al descubierto que nuestras autoridades ejecutivas no realizaron adecuadamente su trabajo al proyectar el crecimiento económico y la recaudación del país. Además, resulta inoportuno, porque para combatir el crimen organizado y los delitos cada vez más sofisticados se requiere un Estado bien organizado. Ahora, parecemos un Estado desorganizado y desfinanciado, lo cual es una buena noticia para los criminales.
Sin embargo, siendo esto evidente, ¿cómo llegamos a este escenario?
Lo que sucedió es que, al discutir el presupuesto 2025, el Congreso acordó no recortar fondos a las instituciones de seguridad, por lo que Carabineros, PDI y Gendarmería no enfrentan este problema. Pero se olvidaron de que la justicia penal es un sistema donde fiscales y jueces también forman parte. Así que no se trata de una conspiración o venganza, sino de pura negligencia tanto del gobierno como de la oposición en un tema de máxima prioridad.
A esto se suma que los fiscales ya se manifestaron hace unos meses porque los reajustes del sector público no les alcanzan, lo que evidencia la falta de incentivos para ejercer como persecutores penales.
Lo trágico de este escenario, donde nuestros congresistas demuestran un trabajo mal hecho, es que desvían la atención de desafíos mucho más importantes, como restablecer la seguridad, lograr un sistema penal eficiente y garantizar que las víctimas se sientan respaldadas por un sistema que parece ignorarlas.
En efecto, no podemos olvidar que, si uno llama a la Fiscalía de Osorno, nunca contestan el teléfono; que hay causas desformalizadas que permanecen años en los despachos de los fiscales; que, en casos de delitos menores, no vale la pena denunciar; y que, en ocasiones, los fiscales deciden no perseverar en causas donde existen medios probatorios contundentes.
Incluso, y esto lo sé de primera mano, un anterior Fiscal Nacional logró que muchas causas de abusos sexuales eclesiásticos no prosperaran al reasignar recursos y desfinanciar investigaciones en curso sobre este tema.
Ojalá que nuestros congresistas dejen de darnos motivos para distraernos de lo verdaderamente fundamental.