Factor humano
A mis 81 años de edad, por un accidente inesperado, de un momento a otro, me llevan de urgencia al Hospital Base de Osorno. Después de 30 años de haber estado hospitalizado por un accidente con fractura, ingresé de urgencia a la guardia. Venía del campo, del sector de Caipulli, realizando mis labores cotidianas cuando, de improviso, me derrumbé con mareos. Como estaba cerca de casa, mi señora me auxilió. Comencé a vomitar sangre, y un nieto me trasladó rápidamente al centro asistencial. Me atendieron con rapidez y, posteriormente, me derivaron a una sala de recuperación mientras investigaban el origen de mi enfermedad.
En los días previos a mi examen, pude constatar el profesionalismo y la dedicación de los doctores y de todo el personal en general, quienes se mostraron muy apegados a su vocación. ¡Felicitaciones! Creo que no tenemos nada que envidiar a las clínicas particulares.
En mi sala compartí con dos pacientes más: uno de 91 años y otro de 93. En la cama más alejada estaba el paciente de 93 años, quien esperaba un examen, pero además padecía un problema en la rodilla. Al caminar, de repente se desplomaba; caminaba con dificultad, afirmándose en una silla para ir al baño. Una mañana recibió la visita de un joven kinesiólogo. Al hacerle ejercicios, él le comentó acerca de su problema: hacía tiempo no podía conseguir un aparato que le permitiera caminar con más facilidad, un burrito. El doctor, con humor, mencionó que era algo parecido a un caballo. El paciente, que también es campesino y vive en Cañanza, cerca de Osorno, bromeó. "Yo le voy a tratar de conseguir un burrito", le dijo el kinesiólogo. Y se fue. Al rato regresó con un burrito usado en calidad de préstamo, indicando que tendría que devolverlo cuando se fuera.
El paciente quedó feliz, pues después de tanto tiempo pudo caminar con confianza. Dos días después, el joven kinesiólogo regresó con una bolsa plástica bajo el brazo y se dirigió al paciente, quien además usaba audífono. "Aquí le traigo un burrito para usted, para que se lo lleve a su casa cuando se vaya. Es de su propiedad", le dijo.
El paciente, emocionado, no paraba de agradecerle su gesto, algo que para él había sido imposible de conseguir. El doctor, con buena voluntad, lo hizo realidad. Los tres pacientes nos alegramos por nuestro compañero.
Yo reflexioné para mis adentros y pensé: qué bueno que todavía existan profesionales con tanta vocación por su docencia, quienes eligen ser verdaderos héroes anónimos.
José Candelario López
Olas de calor
Cada verano enfrentamos temperaturas extremas y olas de calor cada vez más frecuentes e intensas. En lo que va de 2025, hemos sido testigos de altas temperaturas que afectan a miles de personas entre Valparaíso y Bío Bío, llegando incluso a ser fatales.
Las olas de calor de 2017 y 2019 evidenciaron su impacto, especialmente en mayores de 65 años, con un exceso de 500 muertes en solo 20 días. Con el cambio climático intensificando estos eventos, se hace urgente mejorar y reforzar la respuesta de salud pública desde una perspectiva multisectorial y a todo nivel.
El Ministerio de Salud ha activado la campaña de verano, difundiendo información sobre el riesgo que representan las olas de calor para la salud y las acciones necesarias para mitigar sus efectos. Sin embargo, aún parece faltar una respuesta más clara y coordinada que considere las diversas realidades sociales de nuestro país.
Es prioritario que los gobiernos regionales y las municipalidades adopten un rol proactivo en la difusión de información y en la implementación de medidas específicas para distintas comunidades: garantizar el acceso al agua para una buena hidratación, promover áreas verdes en zonas críticas, establecer líneas de ayuda, especialmente para personas mayores y con enfermedades preexistentes, y realizar llamados a evitar actividad física intensa en las horas de mayor calor, entre otras acciones.
Dra. Yasna Palmeiro, académica U. Autónoma.
Ausentismo
Este martes la Dipres publicó datos que llaman bastante la atención y que se relacionan con el nivel de ausentismo en el sector público durante 2023, el cual alcanzó a casi 32 días sin trabajar, en promedio, en un año.
Si bien en 2006 dicha cifra era de 17,3 días en promedio, prácticamente ha crecido todos los años llegando a 31,8 días en 2023. A ello se suma que el 40% de los permisos son por más de 11 días. A su vez, el promedio de licencias médicas en el sector público en 2023 fue de 3,1 licencias por cotizante, mientras que en el sector privado fue de 1,3.
Si analizamos esta preocupante realidad vemos que 32 días laborales sin trabajar en promedio equivalen a un mes y medio, considerando los 20 días laborales hábiles en un mes. Dicho de otra forma, el sector público trabaja prácticamente sólo 10,5 meses al año a diferencia del resto de los chilenos o el sector privado.
Adicionalmente, el sector público ha crecido en dotación en los últimos años, siendo financiado por todos los chilenos con el pago de impuestos a la renta e IVA, entre otros.
Por estos días se está evaluando la reforma de pensiones y el aumento de la cotización individual, lo que afectará drásticamente a los emprendedores y PYMES, y por ende al empleo privado… ¿No será el momento de evaluar la necesidad de contar con determinados cargos públicos en el aparato Estatal, identificar a quienes realmente trabajan por esa vocación de servicio o que realmente se justifican para así transparentar una tasa de desempleo real en el país y no tapar el sol con un dedo?
Francisco González