Deus, Sol invictus…
"Espero que Jesús triunfe en el corazón de todos los hombres y mujeres de buena voluntad". Carlos Godoy Labraña,obispo de Osorno
Este 17 de diciembre comenzamos a celebrar en la Iglesia Católica lo que antiguamente se denominaba la semana santa de Navidad, que prepara de forma inmediata a la celebración del nacimiento del Salvador. La Navidad tiene sus orígenes hacia la mitad del siglo IV d.C. En un precioso calendario llamado "Cronógrafo Romano", compuesto por Furio Dionisio Filócalo en el 354 d.C., y donde están recogidas las sepultaciones de los mártires, el nombre de algunos obispos y la lista de los Papas hasta ese momento, se encuentra la inscripción: "25 de diciembre. Nace Cristo en Belén de Judá".
Esta frase contenida en este calendario permitió a los antiguos deducir que los cristianos romanos colocaron la fecha del nacimiento de Cristo el día en que se celebraba la fiesta civil del Sol invicto. En ella, el pueblo romano daba gracias por el triunfo del sol en las tinieblas en el solsticio de invierno, es decir, el día en que se estaba más lejos del sol por la inclinación de la tierra y, por lo tanto, generándose la noche más larga ("el hemisferio que está más inclinado hacia nuestra estrella vive su día más largo, mientras que el que está más alejado registra su noche más larga"). Así como el sol del solsticio de invierno comienza a triunfar sobre las tinieblas (la noche más larga) y se encamina hacia la primavera y el verano, así Cristo nace para triunfar en la plenitud de la historia. El 25 de diciembre nace también de la cuenta de los nueve meses que va desde el 25 de marzo, día en que los antiguos creían que Dios había creado el mundo, el día en que se había encarnado el Verbo de Dios en el seno de la Virgen María y el día de la muerte de Jesús. Con todo, el carácter histórico del nacimiento de Cristo está avalado por la conservación de la gruta en la que se cree que nació el Salvador.
A pesar de las distintas persecuciones que les tocó enfrentar a los cristianos, fue posible conservar el lugar de su nacimiento a propósito de la disposición del emperador romano Adriano, que mandó reforestar la gruta que los cristianos preservaban como el lugar del nacimiento de Cristo en honor al dios cananeo Adón, equivalente a Osiris, el dios egipcio de la primavera. Cuando ocurrió la conversión del imperio romano al cristianismo, la madre de Constantino, Elena, en el año 326 d.C.. mandó edificar una basílica en honor al nacimiento de Jesús en la misma gruta donde nació.
Es innegable que la fiesta de la Navidad ha marcado un antes y un después de la historia. Ella sigue siendo uno de los hitos más significativos en la vida de muchos de nosotros. Espero que Jesús, el sol que ha triunfado sobre las tinieblas, triunfe en el corazón de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, especialmente en aquellos que pueden ser determinantes en la construcción de la paz.