Millones de niños y adolescentes en todo el mundo son víctimas de estos crímenes que dañan su integridad y marcan sus vidas para siempre.

Según ha explicado Marcela Opazo, académica de Obstetricia de la Universidad Andrés Bello, el abuso sexual infantil deja una herida profunda, no sólo en la salud física, sino también en el bienestar mental y emocional de las víctimas. Este trauma puede derivar en problemas de salud mental crónicos, como ansiedad, depresión y trastornos de estrés postraumático, además de afectar la relación que las víctimas tienen con su propia sexualidad y sus relaciones interpersonales.

Desde una perspectiva de salud sexual y reproductiva, es esencial considerar que estos efectos también abarcan riesgos de infecciones de transmisión sexual, embarazos no deseados y una tendencia a enfrentar violencia en relaciones futuras. Estas consecuencias hacen urgente un enfoque integral que aborde tanto la protección de los menores como el acompañamiento a las víctimas. La prevención, como primer paso, debe incluir una educación sexual integral que entregue a los niños y adolescentes conocimientos y herramientas para reconocer y defender sus derechos sobre su propio cuerpo. Para abordar eficazmente este problema, es fundamental un enfoque intersectorial en el que la salud pública, la educación, los servicios sociales y los organismos de protección infantil colaboren activamente. La capacitación de profesionales en temas de abuso sexual infantil permite que quienes trabajan con niños sepan detectar señales de abuso y ofrecer la orientación adecuada para que las víctimas y sus familias reciban el apoyo necesario. Al integrar la salud sexual y reproductiva en estos programas, se pueden ofrecer respuestas más completas y efectivas.

Claro que no da lo mismo, a propósito de los dichos de la semana pasada y en torno de campaña electoral, de la primera autoridad del país, refiriéndose a los que asumirán las gobernaciones y alcaldías en los próximos meses. Este puede ser el único punto en que concordamos con la actual administración del país. Como tampoco da lo mismo quienes asumirán en el Parlamento en los próximos años, porque ya de novatos, incompetentes y corruptos, tenemos mucho para escribir. Nos agotamos de aquella verdad revelada de la falsa autoridad moral, o de una nueva forma de hacer las cosas, que han resultado ser un slogan de campaña y que está lejos de arreglarle la vida a los millones de chilenos, que siguen esperando las mejoras anunciadas. Sin embargo, lo peor de aquel discurso es haber construido una falsa realidad al llamar al modelo económico como fracasado; del país más desigual del mundo; o un sistema agotado e incapaz de acoger las sentidas demandas de la población. Todo este discurso se fue cayendo como castillo de naipes, al ver que las listas de espera de la salud no se acortaron, que los ingresos de las personas cayeron por efecto de la inflación y que la delincuencia sigue creciendo al mismo ritmo del endeudamiento de los chilenos.

Hoy nos hemos dado cuenta que con todas las deficiencias que el país tenía hace 5 años, teníamos un Chile sustancialmente mejor que el actual. Por eso no da lo mismo quién esté en el gobierno.

Con todo, cada año y cada nuevo ciclo de la vida nos vuelve a llenar de esperanzas y confianza en el futuro. La naturaleza humana es sabia y siempre nos da la oportunidad de recomenzar. Los años nuevos celebrados por los occidentales cada 1° de enero; las celebraciones del año nuevo lunar para los orientales; o el we tripantu de los mapuches, son el reflejo de la capacidad que tenemos los humanos de dar vuelta la página y enfocarnos en lo que vendrá. Nos encomendamos a lo más sagrado que alojamos en nuestros corazones y ponemos empeño para que las cosas cambien.

Por ahora, y considerando que no da lo mismo el que gobierne, debemos preocuparnos por elegir a las personas por sus capacidades y por su propuesta política, más que por un canto de sirenas con promesas vacías de sustento. Ya se le dio la oportunidad a la izquierda dura y las cifras terminaron por demostrar que quedaron repitiendo, a propósito de las graduaciones de esta época. No hay área en la cual no hayan quedado con calificación roja y la población lo demuestra hoy día con su intención de voto, que mayoritariamente busca un cambio radical a lo que tenemos, con un 40% de preferencias por dos candidatos de la centro-derecha y menos de un 20% que se inclina por un candidato que represente a la actual administración.