Con vivencias ancestrales invitan a disfrutar del turismo rural
PROVINCIA. Las zonas costeras de las comunas de Purranque, Río Negro y San Pablo mantienen vivas tradiciones del campo y del pueblo huilliche, lo que desde hace años atrae a extranjeros y chilenos, quienes conocen y experimentan las costumbres como la comida en el fogón o el trabajo en el bosque.
Paola Rojas Mendoza paola.rojas@australosorno.cl
Un concepto cada vez más valorado es el del turismo rural y en la provincia hay varios proyectos que llevan años mostrando una experiencia única, en la que se comparten las tradiciones más antiguas del campo, lo que es valorado por muchos visitantes, tanto chilenos como extranjeros.
Es así como muchas comunidades están sosteniendo su forma de vida y cultura gracias a la puesta en valor para los turistas, que pueden conocer desde el trabajo agrícola, la vida en el mar, hasta incluso costumbres ancestrales como reunirse rodeando un fogón desde donde salen alimentos como las clásicas tortillas de rescoldo.
En general, el turismo rural está permitiendo que las nuevas generaciones vean las oportunidades que les ofrece el campo en materia de turismo y, por otra parte, así se mantienen costumbres ancestrales que se estaban perdiendo.
Vida de bosque y mar
La provincia de Osorno tiene una gran cantidad de rincones escondidos donde se conservan tradiciones de los habitantes originarios de la zona y eso es lo que se sigue cultivando en su zona costera, donde uno de sus residentes, Javier Ancapán, es operador turístico y guía del destino Mapu Lahual, que comprende la costa de las comunas de Purranque y de Río Negro y parte de San Juan de La Costa.
"Soy operador turístico y guía, pero al mismo tiempo tengo un camping en la comunidad de Manquemapu, donde vivo. En toda la red de Mapu Lahual hay hospedajes, servicio de alimentación, cabañas y camping, pero aparte hay experiencias como cabalgatas, kayak, visitas a pingüineras y buceo. Nosotros ofrecemos un turismo de naturaleza también, que es muy importante, porque es un territorio indígena de conservación, donde se ponen en valor nuestras costumbres, cómo vive nuestra comunidad y hacemos turismo comunitario", explicó.
Es así como este destino recibe muchos turistas europeos y también familias de todo Chile, que permanecen en la comunidad en un camping y hospedaje por varios días, recorriendo senderos, pero también conociendo las costumbres del lugar.
"A los turistas les gusta mucho hacer senderismo, estar en el bosque, en la playa, pero de forma muy tranquila. En estos lugares no hay turismo masivo, sino que es de intereses especiales, donde la gente va, descansa, se relaja y puede disfrutar de los paisajes, se les atiende muy bien. Nuestra gastronomía es muy buena, se basa en los productos del mar, en los cultivos de nuestros huertos y de los animales que son criados por nuestras familias, todos productos orgánicos", manifestó.
Además, uno de los puntos más valorados de esta experiencia, comentó Javier Ancapán, es conocer desde cerca la forma de vida de estas comunidades, cómo trabajan, con paseos a la Cordillera de la Costa y aprender a hacer tejuelas de alerce, que era la actividad más importante que se hacía en el territorio, pero que hoy ya ha desaparecido.
"Ya no se hacen tantas tejuelas como antes, pero sí todavía existe ese trabajo, que tal vez el día de mañana desaparecerá, porque somos pocos lo que hacemos tejuelas, sacando las maderas muertas de alerce que están en el bosque y al turista le encanta ver esa actividad", indicó.
Este trabajo ha permitido a muchas familias mantenerse en el lugar gracias a un modelo basado en una economía sustentable y que permite conservar la biodiversidad, sus bosques vírgenes, que han hecho que la zona sea oficialmente reconocida como de conservación.