Julio ha sido un mes de buenas noticias para las escuelas rurales de la provincia, tanto en San Juan de la Costa como en Osorno, ya que se avanza en obras de conservación que permitirán mejorar las condiciones e infraestructura tanto de la Escuela de Bahía Mansa, como en la Escuela de Rural de Tacamó Alto.
El rol de la educación rural para nuestra provincia es trascendental, pues en muchas ocasiones la escuela es el único espacio donde los niños entran en contacto con actividades culturales como música, teatro y danza. La escuela siempre podrá convertirse en un espacio de cuidado para quienes la habitan, sin embargo, la realidad nacional dicta otra cosa.
El Colegio de Profesores de Chile ha convocado a un paro de actividades por 24 horas para el 7 de agosto producto de diversas y complejas situaciones. Entre las motivaciones de esta movilización se enuncian las agresiones, el maltrato, el acoso, el agobio.
El derecho a la movilización, es un derecho humano. No hay duda de que si las bases del Colegio de Profesores han dado las discusiones para esta convocatoria, nadie podría cuestionar su proceder, sobre todo cuando es una medida que busca llamar la atención de las autoridades que están facultadas para legislar en torno a estas temáticas. Sin embargo, la preocupación corre por otros carriles.
¿Cuál es el impacto que tiene una movilización del gremio docente en una sociedad que cada vez se comporta de manera más indolente?. Seguramente, muchos apoderados pronto se alzarán en contra, como si las demandas de los profesores no fuesen parte de la realidad que viven día a día sus hijos. Por su parte, los estudiantes, en cuanto a sector y actor relevante en la agenda pública de años y décadas atrás, parece que tampoco tiene la capacidad de movilización para solidarizar con el profesorado. Los efectos de la pandemia y las generaciones criadas por redes sociales hace mucho rato que ya son evidentes.
Es de esperar que esta movilización justamente convocada genere los espacios de encuentro para la reflexión sobre estas situaciones de violencia, pero, por sobre todo, es de esperar que este paro permita a la sociedad solidarizar con los profesores de Chile. Ahora, solidarizar no significa ir a la marcha o llevar café a los profesores en paro, eso ya implicaría un grado mayor de compromiso; lo que sí implica es darse el tiempo para empatizar con la compleja realidad de los docentes.
¿Sabía usted que durante décadas los profesores de Chile han preparado material y revisado pruebas en sus casas, en horarios no laborales?. La escuela a veces se convierte en el lugar donde explotan todas esas violencias de las cuales nadie se hizo cargo previamente. Gabriela Mistral estuvo sólo 12 años en el sistema escolar chileno, en esos años la violencia era otra, pero la desilusión de nuestra maestra es la que hoy está instalada en cientos de salas del país.