Chile enfrenta una crisis de seguridad. Su origen, sentido, alcance y consecuencias son tan claras, que no dedicaré más tinta a la ya vertida durante este año a aquello. En cambio, lo que quisiera resaltar en este espacio es un aspecto que poco se menciona y que es la situación de los carabineros dentro de la institución en tiempos de populismo penal.
Lo que sucede, es que la crisis de seguridad no es nueva. Se intensificó, sin duda, pero todo gobernante de los últimos veinte años ha hecho campaña sobre este tema. Como solución se proponen penas más altas, más carabineros y mejor armamento. En columnas anteriores he mencionado que ante todo eso (necesario, por cierto) no solemos preguntarnos a quiénes les estamos entregando mayor monopolio de la fuerza, pues poco exigimos sobre el profesionalismo de las fuerzas policiales. De hecho, cuando se anuncia que habrá más carabineros, lo que se suele hacer es aumentar los cupos de ingreso a la escuela matriz, egresando quienes sus aptitudes y capacitación deberían ser mejor probadas.
Lo anterior no es menor, porque quien ingresa a Carabineros lo hace a una institución jerarquizada y cuyo mando tiene potestad disciplinaria, al punto de darlo de baja en el acto, en caso de que la autoridad policial así lo determine. Y en esto radica un serio problema jurídico.
Como los procedimientos a enfrentar por un funcionario policial son de mayor complejidad, es muy fácil que un carabinero sea imputado de delito. El tema es que, al ser denunciado en el Ministerio Público o ante la Fiscalía Militar, el carabinero suele ser dado de baja de manera preventiva, quedando sin sueldo ni previsión y el sumario administrativo iniciado queda suspendido hasta que la justicia resuelva… en varios años más.
Pero, aunque la justicia, como en el caso Zamora, resuelva el sobreseimiento, el sumario del que depende su sobrevivencia, debe ser retomado y puede terminar con la baja. Así, alguien inocente puede ser sancionado administrativamente años después del hecho y con el deterioro de los medios de prueba por el paso del tiempo.
Mencioné el caso Zamora por ser el más emblemático, pero en un vistazo rápido por la provincia de Osorno, son muchos los casos de los Carabineros perseguidos de esta manera por el alto mando sin nadie que le proteja las espaldas, haciendo del principio de inocencia un espejismo.