Construir una universidad convocante
Carolina Sandoval Azócar , Profesora rural
La Universidad de Los Lagos ha propiciado un proceso de participación interna y externa para la co-creación de una política universitaria para pueblos originarios, que ha confluido en un documento que refleja las diferentes líneas de acción propuestas para ello.
Mientras ese proceso avanza en las instancias de deliberación interna de la casa de estudios, el 19 de junio el campus Chuyaca fue el escenario para la cita de representantes de las comunidades huilliches y la triestamentalidad de la Universidad de los Lagos.
El motivo de este gran e importante encuentro fue la ceremonia de We Tripantu, hito de la espiritualidad y cultura mapuche que reconoce y celebra el cambio de ciclo con la llegada de este solsticio de invierno. Esta fecha se ha posicionado en la gran mayoría de los establecimientos educacionales de la provincia, por eso es notable que también en un espacio de educación superior irrumpa con fuerza y vigor, sobre todo cuando la organización fue cuidadosa y evitó cosificar esta práctica espiritual.
La ceremonia y las actividades que se desarrollaron durante la jornada fueron resultado de la articulación de centros de estudiantes, académicos y profesionales de la Dirección de Pueblos Originarios. Ya a inicios de mayo iniciaron las conversaciones con las autoridades huilliches para contar con su guía y consejo durante la jornada.
Todo este trabajo colaborativo aporta al fortalecimiento de la identidad de ese 40% de estudiantado que declara su pertenencia al pueblo mapuche y genera el diálogo necesario para que los estudiantes formen un carácter pertinente al territorio que habitan, marcado por la ruralidad y la interculturalidad.
En momentos en que el individualismo y la competencia académica son parte del legado neoliberal presente en las universidades estatales del país, lo vivido en el We Tripantu de la ULagos removió esos antiguos anhelos de construir una universidad convocante: directores de colegio, profesores, educadores tradicionales, funcionarios no académicos (manipuladoras de alimento y guardias), así como Rectoría, ex alumnos, dirigentes mapuches y las autoridades ancestrales lograron dar un sincero sentido comunitario a esta ceremonia.
Canelo, laurel, mudai y semillas fueron testigos de las más de 250 personas que se congregaron para recibir la fuerza vital del chaw antu/padre sol y de la ñuke mapu /madre Tierra; kultrunes y trutrukas sonaron en los pastos de la ULagos para recordar que la toponimia de este territorio es testigo mudo de la presencia huilliche desde tiempos inmemoriales.
El gran desafío debiese ser, para cualquier casa de estudios, formar profesionales deseosos de ser garantes de derechos para los pueblos originarios.