HJunio, mes de cierre de semestre para los establecimientos escolares del país, iniciándose las adelantadas vacaciones de invierno. Para los establecimientos escolares estas son semanas complejas y de mucho estrés: muchos profesores están agotados por la sobrecarga laboral y por las exigencias de las plataformas virtuales. Además, los estudiantes se esfuerzan por rendir satisfactoriamente en las diferentes asignaturas y "ponerse al día con lo que deben".
En este complicado escenario, aparece una gran oportunidad de correr los límites de acción de la escuela, pues la Municipalidad de Osorno ha organizado el concurso "La historia de una huella". Este concurso literario busca premiar a estudiantes de colegios municipales que mediante su imaginación y otros requisitos escriturales entreguen un relato sobre la vida del "El último pilaukense".
Dada la importancia del tema, quizá, para una próxima ocasión, se debería considerar este calendario del año escolar para que así el concurso alcance mayor cobertura y relevancia en las salas de clases de la provincia y no se pierda entre el caos de fin de semestre.
Ahora bien, la convocatoria anterior ratifica la necesidad de situar los aprendizajes para construir experiencias educativas con pertinencia y pertenencia, las cuales provocan en las y los estudiantes y profesores involucrados mayor compromiso territorial y social. Otra cosa es que estas acciones pedagógicas entren en contradicción con el sistema de evaluación estandarizado y centralizado del sistema escolar que, en su esencia, deja poco espacio para que lo local aparezca.
Por lo anterior, se enfatiza que el mes de junio es de vital importancia para las escuelas de la provincia, sobre todo para aquellas las situadas en contexto rural, ya que se celebra el We Tripantu o la nueva salida del sol que, para el mundo mapuche williche, significa la revitalización de las fuerzas de la tierra y de los seres vivos que la habitan.
La interculturalidad está muy presente este mes. Son muchos los colegios que, para avanzar en comunidades más justas y más honestas, ya no solo ponen sus esfuerzos en realizar actos matizados de folklore, sino que genuinamente invitan a los diversos agentes culturales mapuche williche para que la experiencia de aprendizaje de los estudiantes sea aún más enriquecedora.
Desde aquí, se reconoce la labor de cientos de educadores tradicionales y profesores que llevan semanas entregando su trabajo a que en la escuela emerja toda sabiduría de la cultura mapuche williche, para contagiar a la comunidad educativa de su Küme Mongen o buen vivir.