Hace unas semanas se aprobó en Chile la Ley de Acceso a Internet como un servicio público de telecomunicaciones. La norma profundizará en la obligatoriedad de las empresas para dar servicios de conectividad digital en todas las zonas donde tengan cobertura y se establecerá un mecanismo de subsidio a la demanda, similar al que ya existe para otros servicios. Si bien está centrada en la necesidad y obligatoriedad de garantizar la conectividad a toda la población, la ley considera el marco regulatorio vigente de las telecomunicaciones, que suma más de cuatro décadas. Instruye a la elaboración de un Plan Nacional Digital que implicará la creación de política pública para los próximos 20 años.

La crisis provocada por la pandemia permitió valorar la importancia de internet en el teletrabajo y las clases online, que hasta entonces habían tenido un lento avance. La irrupción de internet se ha transformado en las últimas décadas en un punto de inflexión para el ser humano, especialmente en términos de comunicaciones y relaciones con su entorno. La red ha facilitado la vida digital de las personas, ha mejorado los procesos y velocidad de reacción ante imprevistos. Los cambios han sido profundos y vertiginosos. En dos décadas, el mundo virtual se ha instalado junto a la vida real y cotidiana. Esas conexiones han significado que el concepto de distancia se haya relativizado.

Los trabajadores tuvieron que digitalizarse, pero no hay que descuidar la robotización que ello produce, protegiendo y fomentando el talento humano y la conexión entre las personas y su trabajo. Del mismo modo, han aparecido las redes sociales, que se han transformado en una poderosa herramienta comunicacional. Su fácil acceso y masiva interconexión les ha permitido, gracias a internet, ser uno de los medios usados para informar en las primeras horas de catástrofes, como terremotos, inundaciones o incendios forestales, aunque también su mal uso genera daños a la imagen y a la honra de las personas.

Tanto el tráfico como las conexiones han aumentado fuertemente y esta situación está sentando nuevas dinámicas digitales para las personas, las instituciones académicas y las empresas, lo que exige desarrollar diversas iniciativas para robustecer la red del país.

La cartera de licitaciones recientemente presentada por la Dirección General de Concesiones del Ministerio de Obras Públicas (MOP) contempla algunos proyectos clave que deben ser llevados adelante, con el objetivo de continuar la senda de mejoramiento de la infraestructura de nuestro país.

A nivel general, el plan quinquenal 2024-2028 contempla un total de 43 licitaciones, por un monto de US$ 17 mil millones.

Algunas iniciativas que han pasado inadvertidas, pero que requieren ser destacadas se refieren al fortalecimiento de los aeropuertos, los que tienen una importancia estratégica para movilizar personas y bienes, de manera segura y con obras de alto estándar.

Las licitaciones incluyen la implementación de la Red Aeroportuaria Sur, integrada por el aeropuerto El Tepual, en la Región de Los Lagos; el de Cañal Bajo, en Osorno; y una terminal en Mocopulli, en la isla grande de Chiloé. A estos se suma Pichoy, en la Región de Los Ríos. La inversión de este grupo de proyectos alcanza US$ 273 millones, en tiempos en que también se requiere reactivar el empleo y el crecimiento.

Así, las terminales de la zona sur tendrán mayor resiliencia y redundancia. Debemos destacar que mejores obras llevan a que se implemente una cadena logística eficiente.

Según el MOP, las obras contemplan la ampliación de las terminales de pasajeros, el aumento de la capacidad para aeronaves comerciales en plataforma, áreas para la posición de los aviones y la construcción de nuevos estacionamientos.

La idea es hacer frente al sostenido incremento del tráfico aéreo: el trimestre enero-marzo de 2024 se registró un alza de 18,9% de los pasajeros, respecto al mismo periodo del año anterior.

En la actualidad, hay once contratos activos que se encuentran en etapa de construcción y operación o bien en plena operación. Varios son de segunda generación o más y suman US$ 1.400 millones en inversiones.

Recordemos que, en paralelo, ya está en licitación la red norte (Antofagasta-Atacama), regiones estratégicas para la industria minera. Y en abril pasado, la autoridad también anunció la construcción de un nuevo aeropuerto internacional en la Región de Valparaíso, noticia que fue bien recibida por la comunidad, pues es vista como un impulso al comercio y al turismo en la macrozona central de Chile.

Parecen evidentes las ventajas de contar con mejores aeropuertos: ayudan a tener un transporte más eficiente para las personas y a mejorar la cadena logística para cargas, como complemento a los puertos, en momentos que también se requiere más empleo y crecimiento para el país.