Los márgenes cada día más estrechos, o derechamente negativos en algunos rubros de alta concentración industrial, generan caída en la inversión, el cierre de empresas de producción primaria, un estímulo a parcelar los predios, caída y precarización de los empleos agrícolas y varias otras externalidades que golpean muy fuerte a la economía de las regiones agrícolas. Estos son algunos de los efectos que se van acentuando cuando las autoridades no entienden la dinámica de la economía agrícol, intencionadamente legislan o emiten normativas que en nada ayudan a la agricultura tradicional.
Perros asilvestrados que dañan y matan a terneros en un rebaño, o matan la mitad de una majada de ovejas de un pequeño agricultora; normativas sanitarias aplicadas a dedo; tribunales laborales que jamás fallan en favor de un agricultor; persecución por parte de inspectores prepotentes, que amenazan con las penas del infierno; solicitudes de aprovechamiento de aguas que jamás llegan para inscribir un pozo o aguas para mejorar la producción; colusión de la industria procesadora y que el gobierno hace oídos sordos; y ahora un nuevo aumento en los impuestos territoriales. La verdad es que todo es cuesta arriba para un productor agropecuario primario.
¿Qué le queda a esos productores para enfrentar al sistema?, ¿acaso no es responsabilidad del Estado preocuparse por todos sus contribuyentes, independiente de donde vivan?. La verdad es que muchos ya no esperan nada y lo único que les queda es salir a las calles y carreteras para exhibir sus demandas. Es una lamentable realidad que los candidatos dicen comprender y cuando son elegidos suelen olvidar.
Por eso no da lo mismo quién es el elegido, no da lo mismo por quién votamos y no da lo mismo quién se suma a los equipos en los servicios públicos. Cuando por años se han elegido y reelegido los mismos y cuando por años la selección de personal en los servicios ha estado marcada por visiones políticas, se conforma la tormenta perfecta: representantes que no dan el ancho, salvo honrosas excepciones y funcionarios incompetentes en puestos clave. Como sea, tienen una coincidencia: que ambos viven de los impuestos de todos los chilenos, donde los agricultores hacen sus generosas contribuciones anualmente.
Por eso el llamado a los ciudadanos es a elegir bien a sus representantes: para las municipales, para el Parlamento y las gobernaciones. Gente que conozca la zona; que entienda los ciclos de la producción agrícola, que sienta a la región como su hogar y se sientan orgullosas de representarnos.
A lo mejor uniendo voluntades y eligiendo mejor se pueda allanar el camino para los agricultores del sur de Chile, que hoy por hoy la tienen todo cuesta arriba.