Podría pensarse que la reciente aprobación de la Ley Corta de Isapres resulta un tema ajeno, con efectos que pasarán muy lejos de las fronteras locales; sin embargo, no es tan así y algunas de las implicancias positivas de esta resolución deberían hacerse evidentes en todo el territorio nacional.

Primero, con la resolución de alguna manera se verá amortiguado el paso masivo de personas desde el sistema privado hacia el sistema público, atenuando la presión sobre éste. Luego -aunque puede haber cuestionamientos a la forma y a los plazos- , la ley obliga el cumplimiento del fallo de la Corte Suprema respecto del cobro indebido efectuado por las aseguradoras de salud y, además, establece límites al actuar futuro de toda la industria en estas materias, tal como lo explicó ayer el diputado Patricio Rosas. "No se trata de evitar la quiebra de una isapre; sino de resguardar al sistema de un colapso que pudo significar una crisis sanitaria", dijo.

Por otra parte, en la norma el gobierno quedó obligado a presentar en octubre próximo un proyecto de ley que reforme el sistema de Salud completo. Si bien el plazo de cinco meses es corto y eso implica riesgo de incumplimiento, se trata de un paso fundamental para coordinar esfuerzos públicos y privados para mejorar la eficiencia en la atención, aumentar la prestación de servicios y hacerse cargo de las listas de espera, de las cuales se habla mucho, pero que no se abordan aún en profundidad y que en la zona tienen alto número de afectados. Junto a lo anterior, la propuesta debe incluir un aumento en la inversión eficiente para infraestructura.

Otro punto que puede valorarse positivamente, es que se logró zanjar una solución atendiendo más a los argumentos técnicos que a los ideologizados, algo alcanzado en gran medida por el rol de la ministra de Salud Ximena Aguilera, quien propició acuerdos. Y, convengamos: hoy esa palabra es de relevancia altísima, para todo lo que ocurra en Chile.

Chile es un país esencialmente marítimo y tricontinental, donde su presente y futuro dependen del resguardo y desarrollo sustentable de nuestro mar. Bajo esta perspectiva, uno de los principales desafíos del Estado es concientizar a los chilenos sobre la importancia del océano para el devenir del país, como fuente alimenticia, energética y de comercio internacional, sujeto de investigación e innovación tecnológica, medio de transporte y comunicación, así como eslabón de unión de nuestro desmembrado territorio continental e insular.

En este contexto, surge el imperativo de proteger nuestro mar, lo que la Armada materializa a través de las operaciones de vigilancia y fiscalización con medios aéreos, de superficie y submarinos, que consolidan la presencia del Estado en las aguas jurisdiccionales. De igual forma, la participación activa en ejercicios y operaciones transnacionales, nos validan internacionalmente como un actor relevante en el Océano Pacífico.

En el marco de la agenda de seguridad impulsada por el Estado, la Armada fortalece y potencia la Policía Marítima en resguardo de nuestras fronteras, puertos y litoral, para colaborar así con el combate contra el narcotráfico y el crimen organizado.

Conscientes que nuestra principal misión es la defensa de la soberanía, hemos puesto atención en las capacidades necesarias para cumplir las tareas que se deriven. Para ello, estamos desarrollando el Plan Nacional Continuo de Construcción Naval que, constituirá un polo de desarrollo nacional, articulando los esfuerzos interministeriales, con la industria nacional y la academia, por medio de una política de Estado que favorezca la construcción de los buques de combate y auxiliares. En esta línea, la pronta incorporación del nuevo rompehielos Almirante Viel, construido en Asmar, junto al remolcador Lientur y el patrullero Fuentealba, conformarán un "trinomio antártico", que velará por el cuidado y desarrollo del territorio chileno antártico y la Región de Magallanes.

En este nuevo Mes del Mar, es fundamental asimilar que no se puede ser un país minero, exportador y agricultor, sin ser un país marítimo que nos conecte al mundo. La Armada asume su responsabilidad frente a este desafío y mantiene siempre viva la llama del amor a la patria y la vista fija en la protección y resguardo de nuestras aguas e intereses nacionales.