La delincuencia que afecta al comercio está en niveles históricos, según el estudio de victimización elaborado por la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Chile, que alertó hace unos días que en el segundo semestre de 2023, un 63,4% de los locales fue víctima de algún delito, marcando un alza frente al semestre anterior.

El comercio es uno de los sectores más atacados por la delincuencia y junto con afectar a los comerciantes en su patrimonio y seguridad, también desalienta la inversión en la ampliación de establecimientos y en la iniciación de emprendimientos. Con ello, también se limita el crecimiento de las fuentes de empleo, con lo cual el daño tiene una notoria derivación social. Si se hace un seguimiento de las informaciones sobre delitos graves que se conocen, se llega a la conclusión de que muchos de estos son cometidos por reincidentes y sujetos que habían pasado por los tribunales, pero que fueron dejados en libertad.

Dirigentes del gremio han señalado que no es una encuesta de percepción, sino que son cifras reales de ataques al sector, que revelan la situación crítica en materia de seguridad. Pese a las leyes aprobadas, al incremento del presupuesto para las policías o al endurecimiento del discurso frente a la criminalidad y el comercio ambulante, el panorama no mejora e incluso, en muchos casos empeora. La gestión de los entes públicos en fiscalización y persecución de delitos no ha logrado recomponer este escenario, donde predominan la delincuencia y la descontrolada venta ambulante ilegal.

Este aumento de la delincuencia ha llevado a los comerciantes a reforzar sus medidas de seguridad, como la instalación de más cámaras de seguridad, alarmas, rejas y contratación de guardias, aumentando los gastos en seguridad. No obstante, no es mucho lo que se puede hacer frente a bandas armadas o turbas que ingresan a locales comerciales a robar especies. La delincuencia preocupa a los ciudadanos en general, y al comercio en particular, porque ven que, más allá del gobierno de turno, ésta no cede, por lo cual desde diversos sectores se hacen frecuentes llamados a las autoridades para que lo aborden de forma constante y persistente y no sólo en algunas épocas del año. Es evidente que se requiere de forma urgente una solución a nivel país, impulsada desde el poder central.

E 23 de abril se produce un fenómeno bien particular en la mayoría, sino en todas, las escuelas de nuestro país. La celebración del Día del Libro parece ser el hito mejor promovido en las últimas décadas y ha desplazado a otras fechas, que, para generaciones anteriores, demarcaban el devenir del año escolar como el Día de las Glorias Navales o el natalicio de Bernardo O´Higgins, son algunos ejemplos de ese desplazamiento.

El 23 de abril es el Día Internacional del libro y del Derecho de Autor, conmemorando la coincidente muerte de 3 escritores: Cervantes, Shakespeare y Garcilaso de la Vega. Más allá de estos nombres, lo importante es enmarcar en este día el enfoque de derechos, promoviendo así el derecho a la información, a la opinión y a todas las acciones que desarrollen al máximo el potencial físico, social e intelectual de niños, niñas y jóvenes.

El Día del Libro en las escuelas es un día de fiesta; abundan los personajes coloridos, disfraces, representaciones teatrales, cuentacuentos, decoraciones en pasillos, salas y canchas. Da la sensación de que la escuela interrumpiera su letargo memorístico y se lanzara en este breve espacio-tiempo al desarrollo del pensamiento creativo.

En este día también se logran articular asignaturas y así emerge la genuina interdisciplinariedad. Por eso esta columna va dedicada a todas y todos los profesores que dirigen sus esfuerzos a estas articulaciones porque es conocido, que la burocracia escolar tiende más bien al cuidado de la parcela propia y a la vanidad del trabajo aislado.

El éxito de esta celebración también debe llevarnos hasta la Maestra Gabriela Mistral. Existe una deuda histórica con su literatura, pero aún peor es el exilio de Gabriela y su pensamiento pedagógico en la formación inicial docente. Y tal vez, si la arquitectura curricular de las carreras de pedagogía la incluyese, ¡la fiesta sería permanente! Pues sus escritos suscitan superar la mera transmisión de conocimientos y darle vida a la escuela.

"No coloquéis sobre la lengua viva de los niños, la palabra muerta", escribió Gabriela. Sin duda, su fervor es el fervor que envuelve a las y los niños y jóvenes que para el Día del Libro despliegan sus vivificantes energías creativas.

La enseñanza mecánica y amarga, como denuncia Mistral en sus diarios de la primera mitad del siglo XX, se proyecta hasta nuestros días. Sin embargo, si hay un día que permite soñar la igualdad y la cultura que ella anhelaba dentro de las escuelas, ese día es el 23 de abril, el Día Internacional del Libro.