Los que peinamos canas hemos visto con el correr de los años grandes acuerdos; grandes fracasos y resultados mixtos. Todos con la máxima de que quienes los sustentaban lo hacían por el bien de la nación y sus personas, sin duda los matices son importantes, sin embargo, jamás se puso en duda que lo que se buscaba sesudamente eran mejoras para nuestro país.
Hoy día ya no lo tengo tan claro. Escuchar a una importante funcionaria de este gobierno decir en sus inicios, que si bien vamos a ser más pobres, seremos más felices, esto debía ser una señal de que algo andaba mal y que la búsqueda de los administradores de este gobierno ya no sería los grandes consensos.
Ahora, ser capaz de decir que la población va a ser más feliz o que bajo este mandato la población lograría la felicidad, es de una arrogancia sin precedentes.
Por el contrario, es tanto más fácil abordar los problemas de la población desde sus falencias. Así se puede centrar el foco de la acción social atendiendo y analizando las infelicidades, donde las que mayormente se repiten es la falta de trabajo; la falta de oportunidades y la sensación de perder algo que costó mucho lograr. Al no considerar estas máximas, evidentemente jamás lograremos mejorar el ánimo de los compatriotas.
Si no tenemos claro qué es lo que la población busca, malamente le van a poder entregar mejoras sustantivas a sus demandas. Un ejemplo claro de ello es el tremendo escándalo que generó la ausencia del ministro de Economía a la cena anual de la minería, por un topón de horario con una "pichanga de futbolito". Nos escandalizamos y llenamos las redes con ácidos comentarios, y no era para menos, se trataba de la Cesco Week, uno de los principales eventos mineros del cobre a nivel global y que cada año reúne a las más altas autoridades y líderes de la industria para hablar de proyecciones e inversión. Si esto ocurre en la gran minería del cobre, que antaño fuera llamada el sueldo de Chile, ¿qué más queda esperar para las otras actividades económicas del país?.
La respuesta es simple, ninguna esperanza. De muestra un botón: recordemos que como ministro de Agricultura tenemos a un periodista y doctorado en Historia. Reparten cargos donde llegan para intentar aprender de lo que se está hablando, para luego ser retirados por ineptos o por cambio de gobierno.
Alguien dijo por ahí que el primer acto de corrupción de una persona, es aceptar un cargo para el cual no está preparado y ejemplos así, lamentablemente, tenemos demasiados.
Afortunadamente ya queda menos de esto y la esperanza está volviendo a los chilenos, que por ahora nos estamos salvando de algunas reformas con un marcado sesgo ideológico.