Hemos conocido por la prensa hechos que han provocado una gran conmoción dada su violencia y crueldad, inéditos para nosotros. No estábamos acostumbrados a que se matara con tanta facilidad. Hechos en extremo violentos en los que se han visto involucrados jóvenes y niños.

Hace poco supimos del asesinato de un joven en plena calle de nuestra ciudad. Asimismo, algunos asesinatos, al parecer por los llamados "ajustes de cuentas", de ciertos jóvenes pobladores de Osorno.

¿Cómo comprender estos fenómenos de la manera más profunda posible?, ¿Cómo evitar explicar la realidad de una forma simplista?, ¿Cómo no caer en la tentación de estigmatizar fácilmente a ciertos grupos?, ¿Cómo no hacerle el quite a la propia responsabilidad?.

Sin entrar en mayor análisis, la intuición nos indica que a la base de la violencia hay variables que merecen una mirada mucho más profunda, menos ideologizada y que requiere de una reflexión serena de todos los actores de la sociedad. Cualquier otra solución corre el riesgo de situarse como una solución cosmética o populista, sin mayor trascendencia en el propósito de generar un cambio estructural.

Naturalmente, una comprensión más profunda de estos fenómenos no reduce la gravedad de los hechos. Sólo intenta vislumbrar que la violencia siempre será un síntoma de algo más profundo todavía.

Vivimos en una sociedad violenta, basta ver a muchas personas cómo se expresan en las redes sociales, en los estadios, en la resolución de conflictos domésticos o comunitarios, etcétera.

¿No será el momento de empezar a generar un cambio a partir de nosotros mismos tratando de ser más fraternos y respetuosos con los demás?.

La madre Teresa de Calcuta le respondió alguna vez a una periodista que le preguntó: "Madre, si pudiera cambiar algo en la Iglesia, ¿qué cambiaría?. Ella le respondió: Me cambiaría a mí misma".

En un encomiable esfuerzo de método e interés por lo local, la Fundación Gente del Sur y la Universidad San Sebastián (USS) le están tomando el pulso al estado de la opinión pública regional mediante encuestas que buscan arrojar luz acerca de las principales inquietudes de los habitantes de las 30 comunas de Los Lagos. Desde que comenzó su aplicación y difusión, los ámbitos de seguridad ciudadana han llevado la delantera, en consonancia con los estudios de opinión nacional, todos los cuales han recogido que la ciudadanía, hoy por hoy, se siente más insegura que antes.

Aun así, en la última encuesta, liberada esta semana, se pueden apreciar dos elementos muy relevantes respecto del nivel de las inquietudes ciudadanas de Los Lagos, toda vez que la migración y la conectividad experimentaron un fuerte salto. Mientras la primera pasó del 35,4% al 44,9% a la hora de consultar sobre temas de preocupación regional, la segunda transitó del 33,4% al 42,1%. Estos números entregan claras luces sobre un par de fenómenos que deben ser atendidos con cuidado por la autoridad.

En cuanto a la migración, es casi evidente que la prioridad obedece también al estado de la situación nacional en esta área. Se ha extendido la idea de que las fronteras están demasiado porosas y que el Gobierno, muchos de cuyos integrantes tuvieron en el pasado un discurso ambiguo en esta materia, no está haciendo todo lo posible por ordenar un fenómeno que, muchas veces de forma injusta, se ha asociado con el incremento de la inseguridad ciudadana.

Es en la conectividad, no obstante, donde resalta el estudio de opinión. Se trata de una variable profundamente local que da cuenta de lo mal que lo está pasando la población. Basta con mirar lo que ocurre en Osorno, por ejemplo, para notar que el vertiginoso crecimiento del parque vehicular y la falta de planificación vial está derivando en una congestión que se torna invivible en ciertos puntos.

La ciudad crece, hay más autos y más viajes, pero las calles y avenidas siguen siendo las mismas en sectores densamente poblados como Rahue, Francke y Ovejería. Los vecinos y transportistas exigen cambios urgentes, al menos para paliar el problema en las horas punta, que es donde peor lo pasan los osorninos.