La Ley N° 20.793 aprobada el 12 de diciembre de 2014, estableció que el 2 de octubre de cada año se conmemore en Chile el Día Nacional del Medio Ambiente, con el objetivo de sensibilizar a la ciudadanía sobre su estado, los daños que el hombre produce a la naturaleza, la necesidad de protegerla e invitar a mejorar las acciones en esta materia. Temas como el agua, los bosques, los mares, océanos y las emisiones de carbono han sido objeto de preocupación durante conmemoraciones similares, pero a nivel internacional.
En Chile, se han dado pasos destacables con el fin de mitigar los daños que se producen a la naturaleza, como la ley que estableció que el comercio no debe entregar bolsas plásticas a los consumidores. Paulatinamente se han ido sacando del mercado las bombillas de plástico y en los últimos años también se ha generado un gran debate en torno a las llamadas zonas de sacrificio a lo largo de Chile, particularmente a propósito de la alta contaminación industrial que viven ciudades como Mejillones, Tocopilla, Huasco, Quintero, Puchuncaví y Coronel, entre otras.
Hoy como nunca, el planeta está sometido a cambios y desafíos de enorme magnitud, los que son causados por el hombre y no por situaciones naturales. El calentamiento global del planeta es la mejor prueba. Ya está socializado que el daño causado a la Tierra es gigantesco. Aguas y territorios contaminados, grandes emisiones de gases de efecto invernadero, que tienen al hábitat en un cambio con insospechadas consecuencias. El aumento de las temperaturas es un efecto de ello, pero también una causa para otros sucesivos golpes de conclusiones apenas percibidas, como aumento del nivel del mar, probable desaparición o mutación de numerosas especies, modificaciones de la geografía, cambios que eran insospechados en el clima, y que han sido detallados por los científicos.
La preocupación por preservar el planeta ha tomado una importancia vital, además por el fuerte impacto que generó el reporte de la ONU, que instó a cambiar radicalmente de hábitos para cumplir con las metas medioambientales establecidas para 2030. Si bien el compromiso es mundial, hay que partir desde casa, con pequeños cambios, que sumados a otros pasarán a constituir grandes transformaciones.