La pasión por los autos clásicos une historias de vida y refuerza la camaradería
Muchos dicen que "tiempo pasado fue mejor" y así lo dejan en claro tres profesionales que mantienen sus "joyas" en excelentes condiciones y las lucen en actividades sociales. En esta ocasión cuentan sus aventuras recorriendo el país y el extranjero. Incluso, gracias a la tecnología, han encontrado piezas originales para conservar sus reliquias.
El pasado 1 de octubre, durante el desfile de los Adultos Mayores en la comuna, las reinas pasearon por las calles en coches de colección pertenecientes a los socios del Club de Automóviles Antiguos de Osorno. Dicha agrupación tiene una importante cantidad de amantes de las reliquias de las cuatro ruedas.
Y es que si hablamos de "joyitas", a sólo unos minutos por la Ruta 215 se encuentra el Automuseum Moncopulli, dedicado a los automóviles clásicos y cuya iniciativa surgió en 1995 a cargo del empresario Bernardo Eggers, dedicado preferentemente a la marca Studebaker. Ello demuestra la pasión que existe en la zona por la conservación por vehículos que marcaron época y que cada día más adeptos buscan preservar.
Amor a las reliquias
El arquitecto Hugo Yáñez (56 años) llegó hace 22 años a Osorno. Casado y padre de tres hijos, heredó el amor por los automóviles antiguos de su padre quien tenía un Chevy Nova, en el que aprendió a conducir cuando joven. A medida que fue creciendo le fue gustando más el tema de los automóviles y las motos, con las que viajó mucho: "los fierros son mi pasión", señaló.
"El auto que tengo lo compré casi recién incorporándome como socio. Se trata de un Chevrolet Fleetline 1951, en estado original, con su tapiz en muy buenas condiciones. Puedo decir que hasta ahora no me ha fallado y no me ha