En el siglo V antes de Cristo, el filósofo y pensador chino Confucio señaló -de manera muy acertada, por cierto- que oír, leer y hablar sin reflexionar era una ocupación absolutamente inútil. Tal cual.
Si nos damos el trabajo de profundizar y desmenuzar la frase de Confucio, muy pronto caeremos en cuenta que mucha gente hace exactamente todo lo contrario, especialmente, cuando de hablar se trata.
¿Cómo lo notamos? Cuando, por ejemplo, en un momento de rabia o de enojo la lengua "salta" y comienza a funcionar de manera mucho más rápida que la mente, causando estragos por todos lados, con el serio riesgo de romper hasta las relaciones más cercanas entre las personas.
Por lo tanto, si queremos ser efectivos en nuestro intento comunicativo, entonces algunas de las primeras cosas que deberemos hacer son: reflexionar antes de hablar, preguntar a nuestro interlocutor todo lo que sea necesario, escuchar activamente sus respuestas, observar las reacciones de nuestro interlocutor, y luego actuar en consecuencia, ajustado las palabras al contexto, situación y necesidad del momento.
Si tuviéramos que definir qué es la comunicación, la definición más acertada podría ser la siguiente: proceso activo que permite el traspaso -o intercambio- de contenidos e información significativa entre dos o más personas que se están relacionando entre sí y que conjugan sus esfuerzos en un intento colaborativo de comprenderse el uno al otro.
Para que este intercambio tenga éxito, se requiere de un código que sea compartido por ambas partes y que esté compuesto por significados que sean mutuamente conocidos. En este sentido, no basta sólo hablar el mismo idioma, sino que hay que hablar el mismo lenguaje como una condición básica de comunicación, de otra forma, esa comunicación estará destinada al fracaso, ya que los distintos significados que se extraigan, así como las interpretaciones que se hagan sobre esos significados, representan grandes barreras a la comunicación.
A lo anterior se suma otro factor relevante: todo proceso comunicativo tiene un componente verbal y otro no verbal, y ambos componentes deben ser coherentes, de otra forma, nuevamente, nos exponemos al posible fracaso de la comunicación.