Una de las situaciones que provocó la pandemia de coronavirus es que, por la complejidad de asistir a consultas médicas por las cuarentenas y periodos de confinamiento, se hizo común entre las personas solicitar medicamentos en las farmacias sin la receta médica correspondiente o, incluso, comprarlos sin ningún tipo de diagnóstico de un especialista médico.

Si bien la situación fue advertida por los responsables de los locales y muchas veces se evitaron compras irresponsables, no siempre se logró mantener un control adecuado, lo que alertó a las autoridades sanitarias una vez que fue posible retomar las fiscalizaciones correspondientes y volver a orientar los esfuerzos a evitar estas prácticas, que pueden ser peligrosas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de la mitad de los medicamentos a nivel mundial se prescriben, dispensan o venden de manera inapropiada y que el 50% de los pacientes no toma sus medicamentos correctamente.

La misma organización define a la automedicación como la selección y el uso de los medicamentos por parte de las personas, con el propósito de prevenir, aliviar o tratar síntomas o enfermedades leves que ellas mismas puedan identificar.

Además del proceso de control, la Autoridad Sanitaria ha llamado al uso racional de medicamentos, lo que permite optimizar sus resultados farmacológicos y disminuir los efectos adversos. En ese contexto, las recomendaciones son respetar la dosis prescrita por el médico, verificando la fecha de vencimiento, adquiriéndolos siempre en lugares autorizados y descartando prácticas como la automedicación o la recomendación de medicamentos a terceros.

Hace ya varios años que las temáticas de género y diversidad han tomado un favorable protagonismo dentro de las universidades y casas de estudios superiores en nuestro país, esto en parte gracias a las demandas levantadas por las mismas estudiantes, entendiendo la importancia que tiene derribar las barreras que existen entre géneros donde la sociedad completa es responsable de estos estereotipos impuestos, pero que de a poco comenzamos a hacernos cargo.

Hemos puesto más que un granito de arena para mejorar este problema que nos afecta como mujeres y diversidad, es por esto que como estudiante de la carrera Servicio Social decidí ser parte e integrarme a la Mesa de Género que se trabaja desde la Dirección del área de Ciencias Sociales.

Dicha Mesa de Género busca instituir educación con perspectiva de género en un principio con estudiantes comprendiendo la necesidad latente de encontrarnos en un futuro con profesionales del área social con la capacidad de abordar casos desde un enfoque de género, siempre con el fin de apoyar a las personas que busquen de la ayuda de estos profesionales.

Debemos trabajar entre todos para terminar con los abusos, el maltrato y la discriminación, desafío que debe comenzar desde el hogar y continuar en lugares donde vamos creciendo y desarrollándonos.

Por otra parte, como estudiantes que participan de una Mesa de Género nos hemos planteado la necesidad de que en un futuro cercano podamos aumentar el trabajo desarrollado en conjunto con colegios y liceos de la comuna de Osorno, ya que dentro de nuestras mismas experiencias de prácticas profesionales en colegios hemos visto reflejado en niñas y niños dicha problemática.

La discriminación en base al género en colegios existe aún y está muy presente en la forma de relacionarse entre niñas, niños y adolescentes, desde un punto de vista personal y profesional podemos ser un gran aporte para las comunidades educativas ya que las y los asistentes sociales no sólo estamos para entregar ayudas socioeconómicas si no que nuestra profesión nos prepara para la búsqueda de una sociedad más justa.

Creo que los colegios son pequeñas sociedades con personas (niñas, niños y adolescentes) en formación y si se interviene en post de mejorar la manera de relacionarse de estas pequeñas sociedades podríamos pensar e ilusionarnos con un futuro mejor y sin discriminación.