Llegó el Día del Niño, y me parece relevante reflexionar acerca del desafío que enfrentan las marcas al momento de dirigirse a este segmento a través de la publicidad o marketing. Los niños y niñas son audiencias únicas de la publicidad lo que significa que las estrategias deben ser cautivadoras y conscientes para conectar de manera efectiva con este grupo.
El relacionarnos con ellos es desafiarnos constantemente, es estar atento a sus necesidades y explorar caminos novedosos que los hagan reír, que tengan un objetivo claro y que, sobre todo, tengan un sentido para ellos.
Los niños cambian rápidamente de opinión y gustos, por lo que es clave estar al tanto de los temas, juegos y tendencias emergentes que los rodean para mantenernos alineados con lo que es "moda". Según un estudio de Kantar, los niños de 6 a 12 años disfrutan mucho más la publicidad que los "grandes", ya que el 70% de ellos declara que le gusta ver comerciales, en comparación con sólo un 28% del segmento adulto.
El impacto en la población infantil representa un desafío latente para las compañías, incluso más que cuando se genera publicidad para adultos, ya que aquellos que manejan las marcas no siempre tienen las referencias cercanas de lo que ocurre en el mundo infantil. Los niños buscan entretenerse de forma genuina, con humor simple y claro con canciones pegadizas y simpáticas, así como con productos que se vean "geniales" coloridos y vibrantes. Al comprender y satisfacer estas preferencias, las marcas podrán establecer conexiones significativas con el público infantil de una manera auténtica y efectiva.
Es fundamental reconocer la importancia de este público objetivo, ya que muchas veces las empresas subestiman su relevancia y asumen que no son exigentes. Sin embargo, debemos recordar que la publicidad deja huellas, muchas veces, profundas en las personas, y si buscamos establecer un vínculo significativo, es imprescindible enfrentar este desafío con responsabilidad y sensibilidad.
