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Ahí los clientes, al aire libre, se ubican en los bancos empotrados en el cemento y hacen sus pedidos a las cocineras que de manera alegre reciben a sus parroquianos, los que llegan a distintas horas buscando algún bocado para saciar el apetito, ya sea matinal o vespertino.
Con pocas "lucas", estas picadas abren la alternativa de volver otra vez. Son de esas que reúnen las 3B -bueno, bonito y barato-, en donde el lujo está en unos platos abundantes, caseros, que expelen el cariño y sabor que le ponen las maestras.
Ana Quinchahual tiene 40 años y junto a su hija de 24 atiende el local 3 "La Caserita".
"Desde las 8 de la mañana ya estamos atendiendo, porque comienzan a llegar las micros rurales. Ahí lo fuerte es el café que lo acompañan con un sándwich, sopaipillas con queso o pailas con huevo", comenta Ana, quien dice que se viene de Ovejería caminando y observa cómo la congestión vehicular rahuina se va incrementando mientras avanza hasta la feria de calle Temuco.
Si bien los módulos se ven pequeños, ella administra bien los artefactos y utensilios que requiere.
"Uno ya se acostumbra a esta rutina, por lo que pasa a normalizarse el día a día. Aquí se trabaja de lunes a sábado y uno ya tiene su fiel clientela tanto a la hora del desayuno, entre ellos trabajadores de la ciudad que aprovechan que andan por estos lados y pasan a consumir. Hay otros que vienen de manera directa o se escapan un rato de sus acciones para consumir los productos que les ofrecemos", añade.
En cuanto al almuerzo, comienza a venderlos cerca del mediodía: lunes y viernes se repite el menú.
"Porotos, cazuela y pollo asado es lo que más pide la gente y son platos que ya tenemos establecidos para la semana. El menú se planifica en algunas ocasiones durante la mañana, todo dependerá de los productos que compre, los que adquiero aquí en la feria", detalla la emprendedora.
Reconoce que hay clientes que son fieles con ella y vuelven durante la semana, como también hay otros que se pierden, pero con el tiempo reaparecen y comienzan a contar sus historias.
"Este es un sustento para el hogar, aquí uno tiene que poner todas las ganas. Uno de mis desafíos es poder terminar mi casa que estoy construyendo, por eso es importante ser constante y ver que tu trabajo es con un fin. Si bien existen muchos locales, uno trabaja y se aboca al suyo, aquí junto a mi hija nos apoyamos mutuamente cuando comienza lo fuerte al mediodía con la venta de los almuerzos que se extiende hasta las 15 horas" indica.
Ana Quinchahual comenta que una persona puede llegar a su local con 2.800 pesos y pagar por una cazuela o un plato de porotos.
"Los precios pueden llegar hasta los 4 mil pesos, por lo que la invitación está hecha para las personas que lean esta nota para que vengan, nos visiten y disfruten de nuestra gastronomía. Ahora en el invierno si bien se pone lento, estamos sacando cerca de 40 colaciones que se preparan en vivo y en directo", acotó la entrevistada quien reafirma que el movimiento fuerte llega a las 13.00.
DE Chillán a Temuco
Muchos de los lectores recordarán la antigua edificación de la Feria Libre en calle Chillán, donde en los costados funcionaban diversos locales y en el patio central los chacareros que desaparecían a la hora de la salida de las máquinas, mientras que en el galpón estaban las pescaderías y otros puestos de comerciantes de diversos rubros.
Ahí desde los 14 años y todos los días, de lunes a sábado, sagradamente estaba Ximena Velásquez (42 años) quien trabajó en un puesto que tenía su ex suegra, donde vendía café con sopaipillas o sándwich.
Con la remodelación y el traslado del recinto a calle Temuco, Ximena siguió trabajando en las nuevas instalaciones, pero los años pasaron y la situación se complicó, vino la pandemia y ella para seguir con la tradición y la clientela, aprovechando que la antigua locataria hizo entrega del recinto, postuló y se adjudicó el puesto.
"Logré unos ahorros durante la pandemia y me lancé con este emprendimiento. Postulé a proyectos y me adjudiqué algunos recursos que me permitieron comenzar con el local de comida. La vida es sabia y aquí estoy... trabajando con el apoyo de dos personas más que me ayudan en la atención del local que aún no bautizo, ya que estoy con contrato a la espera de la patente municipal que está en trámite".
Reconoce que su vida no ha sido nada de fácil: fue madre muy joven y su hija también lo fue, por lo que asumió el cuidado de sus dos nietos, uno de los cuales -de 10 años- debe ser atendido en la Teletón de Puerto Montt, pues presenta una displasia.
"Siempre fui como independiente, a diferencia que en esos años en la antigua feria trabajaba sin recibir una remuneración. Después de dejar la antigua feria y estar más de diez en la nueva, y las complicaciones que tuvo la antigua dueña opté por no tirar ese tiempo a la basura y me embarqué con este proyecto. Soy una agradecida de la ayuda que he logrado conseguir y aquí estamos trabajando en esta iniciativa de preparar alimentos", manifiesta.
Ximena señala que si bien su vida puede ser triste, manifiesta que la feria es como su cable a tierra "que me saca adelante y que me permite desahogarme de una manera distinta. Mi hija se metió en la droga y yo por el tribunal me hice cargo de mis nietos (5 y 10 años). Pero soy feliz con ellos y mi trabajo en la feria".
Sobre el local, expresa que las sopaipillas con salchichas y queso son parte de los productos más solicitados a la hora del desayuno.
"Si bien el desayuno es lo fuerte en la mañana, lo vendemos hasta el mediodía, para dar paso al menú de cazuelas o porotos, que es fijo sí o sí en la semana; pero también ofrecemos tallarines o estofado, la gente puede ir a comer con poca plata. En el almuerzo estamos sacando un total de 20 a 25 platos de lunes a sábado y tengo clientes que vienen y se han conservado desde la antigua feria", añade.
Ximena dice que hoy está empoderada en mantener esta tradición, y agradece a su clientela tanto del campo como de la ciudad por preferir su local en la feria de Rahue.
"Pese al aumento que han tenido los productos los precios de los almuerzos no se han incrementado y uno puede venir a comer con tres mil quinientos pesos"
María Calfui, Cocinera Feria PAC
"(La feria) me saca adelante y que me permite desahogarme de una manera distinta"
Ximena Velásquez, Cocineria Feria Rahue