Actualmente, el teléfono celular además de permitir la comunicación facilita en gran medida la vida de las personas, posibilitando la realización de trámites y poniendo al alcance de la mano funciones que normalmente demandan tiempo y esfuerzos. Sin embargo, dada la dependencia de los usuarios con estos dispositivos, también almacenan información de gran importancia, por lo que, en caso de robo, ésta puede ser usada en perjuicio de su propietario.

De ahí que el robo de los teléfonos y las estafas a través de estos dispositivos electrónicos sean delitos que van al alza, ante lo cual conviene estar preparados. Generalmente los ilícitos comienzan desde el momento en que un delincuente roba o hurta un celular en la vía pública, para luego acceder a las cuentas bancarias, correos electrónicos o imágenes personales guardadas en los teléfonos, logrando incluso obtener fraudulentamente las claves almacenadas, lo que en definitiva permite materializar cuantiosas transacciones bancarias y fraudes a través de WhatsApp.

Ante el aumento de este delito a nivel nacional es que se hace necesario que los usuarios tomen conciencia del valor de la información personal que almacenan y puedan idear estrategias que permitan protegerla, a fin de no facilitar el accionar delictual en caso de perder el dispositivo móvil.

El primer paso en este sentido es impedir el robo del teléfono. Para ello se debe evitar el uso constante del móvil en lugares concurridos, ya que son el espacio propicio para los robos por sorpresa. Además, se deben revisar los movimientos asociados a las cuentas bancarias o bien utilizar en las aplicaciones financieras una tercera clave que permita concretar transferencias y no dejarla almacenada de forma automática en los dispositivos. Y en caso de haber sufrido la pérdida del teléfono, hacer la denuncia correspondiente, dar aviso a la compañía surtidora del servicio y a la vez tomar contacto con la entidad bancaria y bloquear todos los productos. Medidas como estas permitirán no ser víctima de una estafa.

La Educación Superior en Chile es dinámica y ha estado marcada por diferentes cambios registrados en el país durante los últimos años. Es así, como la Ley 21.091 sobre Educación Superior, diferencia la educación superior universitaria de la técnico-profesional, incluyendo en esta última no sólo el aseguramiento de la calidad y la docencia, sino también la innovación y la vinculación con el medio con sectores productivos y de servicios.

La acreditación institucional es un mecanismo de verificación de la calidad en las instituciones de educación superior en el país, distinguiendo un sello de calidad en las funciones mencionadas, expresado en niveles de acreditación.

En la actualidad, el Instituto Profesional Inacap se encuentra en proceso de reacreditación institucional, el cual ha sido posible gracias al trabajo colaborativo y con un alto nivel de compromiso de docentes, colaboradores, estudiantes, titulados, y empleadores; mediante un esfuerzo desplegado en las 28 Sedes y Casa Central, con el fin de confirmar los resultados de excelencia como se ha reflejado hasta ahora en todos los procesos anteriormente vividos.

En Inacap existe un Plan Estratégico para el cumplimiento permanente de una misión institucional que busca impactar la vida de personas, enfocada a la formación de profesionales con el sello de Inacap, con programas formativos pertinentes a cada territorio donde se emplazan las Sedes a nivel nacional, las cuales están vinculadas al sector productivo y de servicios, al igual que sus docentes, proporcionando a los estudiantes valor agregado a su formación profesional.

Estamos orgullosos de lo logrado, y de esta manera, Inacap, siendo una de las instituciones de educación superior con mayor despliegue del país, responde a los requerimientos del medio en el cual está inserta, a partir de una gestión responsable, clara y con una misión focalizada en el estudiante, ofreciéndole una formación integral que desarrolle todo su potencial para que pueda contribuir a transformar el mundo.