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Calera, Guillermo Francke, Estrella Juvenil, Pampa Alegre, Sporting, Torino, Subiabre y Green Gross.
Viejos Crack
Los 20 clubes que conforman la asociación de viejos crack son Municipal; Vialidad; Coraceros, Suplementeros, Kolbe A, Kolbe B, Hazaña Indígena, Barcelona, Sao Pablo, Ferroviario, Ovejería, La Amistad, La Calera, Guillermo Francke, Estrella Juvenil, Pampa Alegre, Sporting, Torino, Subiabre y Green Gross.
Todos participan en el campeonato Senior de Ovejería, donde juegan 2 partidos diarios a partir de las 18 horas, mientras que los sábados son 4 partidos desde las 15 horas y los domingos parte jugando a las 11 horas hasta llegar a 6 encuentros.
Según la rama son los tiempos por lado que fluctúan entre 30 y 35 minutos. Cada club cuenta con camarines, que son más conocidos por la ciudadanía como las casuchas que están emplazadas alrededor de la cancha Pudahuel.
¿Qué hay en su interior?, es una de las preguntas que muchos se hacen al pasar por la calle Inés de Suárez. Los peloteros relatan que cada una de ellas fue una inversión realizada en el tiempo para guardar su indumentaria, sillas, mesas, incluso algunas tienen refrigeradores y equipos de música.
Roberto Ferrada (65 años) es tesorero de la asociación y jugador activo del Club Coraceros, al cual pertenece desde 1982, cuando llegó a Osorno proveniente de la Quinta Región. Recuerda que desde niño le gustaba jugar a la pelota y comenzó ya de forma más formal como parte de las divisiones juveniles del Club Deportivo CCU en Viña del Mar.
"Es una alegría inmensa pertenecer a este grupo humano que son los Viejos Crack, es parte de mi vida y mi historia. Siempre estamos presentes en los momentos de alegría que vivimos en torno al campeonato y la cancha, pero también nos apoyamos en la adversidad. Disfruto jugando, como todos creo yo, son momentos de relajo porque dejamos todo en cada partido y nuestro principal apoyo siempre son las familias", explicó Ferrada.
Está casado hace 40 años con Fanny, con quien tiene la dicha de tener 4 hijos y 7 nietos, quienes han sido testigos en primera persona de cada triunfo y derrota vivida por este colocolino de corazón.
"Me acuerdo que en la década del '80 no había camarines ni nada, pero sí muchos jotes a los debíamos espantar para jugar. Nos cambiábamos entremedio de los autos que usábamos como murallas para que no nos vieran quienes pasaban por la calle. Eran tiempos distintos, pero la mística de este grupo humano siempre ha estado presente y lo seguirá estando, aunque ya no estemos en esta cancha que nos cobijó por tantos años. La asociación tiene 47 años, pero en este espacio se juega desde hace más de medio siglo, por eso da tristeza y nostalgia decirle adiós, aunque el fútbol y los viejos crack siguen vivos", explicó quien también tiene talento como arquero.
Entre los peloteros senior es muy común conocerse por apodos que muchas veces nacen por el parecido físico o deportivo con jugadores reconocidos internacionalmente, como Carlos Cazsely, Lionel Messi, Carlos Valderrama, entre otros; aunque también por personajes de historietas o dibujos animados, como Don Cuasi, Comegatos, Calitro, Pitufo; o por animales o comidas: monito, gato y pato, todos dichos de forma respetuosa y cariñosa.
José Bustamante (64 años) es parte de la directiva de Coraceros desde hace más de 15 años y previamente jugó como delantero en distintos equipos, tanto de los viejos crack como de otras ligas locales en su juventud.
Reconoce que estar sin reunirse con los amigos, con los que comparte la pasión futbolera y el amor al juego, es complicado. Por lo mismo, cuando puede hace una pausa en su trabajo actual como Uber para pasar a disfrutar de algún partido y buena conversación en la cancha Duhalde.
"Desde muy chico que siempre pensaba en salir a jugar a la pelota con los amigos del barrio primero y después ya en los clubes locales. Llegué a jugar a los Viejos Crack porque me dijo un tío que me incorporaría y fue lo mejor. Lo más característico es que somos todos solidarios con nuestra gente, siempre estamos para darle una mano al compañero en problemas. Además, es un estilo de vida, porque nos mantenemos activos, liberamos tensiones sanamente, uno vibra con cada detalle de lo que ocurre dentro de la cancha", señaló quien es apodado "Cazsely" por su parecido físico con el ex jugador nacional.
Casado desde hace 47 años con Verónica, con quien tiene dos hijos, recuerda que cuando recién estaban formando su familia, no había mucho apoyo debido a que salía temprano a jugar para volver casi al terminar el día.
"Uno se entusiasmaba tanto jugando, como viendo los otros partidos y si había algún juego importante de la liga nacional íbamos a verlo juntos, que es también importante, porque uno ve las técnicas para aprenderlas. Pero después se transformaron en mis principales hinchas y ahora incluso nos dicen que vayamos a jugar. Por eso estamos tristes al dejar nuestra cancha, que tiene tantas historias. Es inevitable, porque es como cambiarse de casa o de ciudad, dicen que siempre es bueno, pero igual cuesta cerrar el ciclo", señala Bustamante.
Todos unidos
Luis Uribe (62 años) está ligado desde hace 35 años a los Viejos Crack, donde ha sido jugador, dirigente y actualmente es quien atiende el quiosco de comida rápida que funciona en la cancha durante los encuentros deportivos.
El "monito", como le dicen cariñosamente, tiene una vida ligada al fútbol, comenzando en su niñez cuando vivía en Los Barracones Municipales (campamento) ubicado en los ´80 a orillas del río Damas, en el sector Chuyaca.
"En esos años, para juntar dinero, era el niño que llevaba el agua en un tarrito a las familias que iban al cementerio cuando estaba donde hoy se ubica el Parque Chuyaca, después de eso me iba a jugar hasta el sector de Rahue, a calle El Salvador, donde había campos con buenas zonas para hacer canchas. Siempre me gustó el fútbol, fue mi motor para surgir en la vida", relató Uribe.
Soltero y padre de 4 hijos, de los cuales uno es jugador profesional, recuerda que a los 12 años se acercó al Mercado Municipal, donde todos lo conocían, lugar que hasta el día de hoy es su fuente laboral.