Las dos misiones franciscanas que dieron vida a San Pablo
La primera fue abierta en 1805, bajo el nombre de misión Pilmaiquén, aunque ubicada más al norte de la capital comunal. Funcionó hasta 1820, cuando Osorno fue incorporado a la República. La segunda fue instalada en el actual sitio de la villa en 1840 y estuvo dirigida por el mítico fraile Pablo de Royo, quien creó el pueblo en terrenos misionales.
La actual villa de San Pablo tuvo un origen diferente al resto de las ciudades de la provincia, aunque similar al de Río Bueno. Surgió por la presencia de dos misiones franciscanas del Colegio de Chillán que se establecieron en la zona de los llanos tras la fundación de Quilacahuín y Coyunco. Su presencia, además, quedó mencionada en el Tratado de las Canoas de 1793 y como punto intermedio entre Río Bueno y Osorno, donde existía una variante del Camino Real (algunos tramos existen todavía como vías interiores, paralelas a la Ruta 5).
La primera misión fue abierta en 1805 con el nombre de Pilmaiquén y estaba ubicada más al norte del actual San Pablo, en dirección al río del mismo nombre, en una zona con abundante población huilliche encabezada por el cacique Panguinamún, que donó los terrenos necesarios a perpetuidad.
La creación se oficializó por un decreto del gobernador de Chile, Luis Muñoz de Guzmán, con fecha 20 de mayo de 1805. Los fundadores fueron los franciscanos del Colegio de Chillán, que en definitiva levantaron la misión, con presupuesto entregado por la Real Hacienda. Y para la mantención se asignó una subvención o sínodo que se pagaba a través de una funcionaria laica, con asiento en Valdivia, ad honorem y de la alta sociedad, denominada Síndica Apostólica de Misiones.
El acto oficial se realizó el 28 de mayo de 1805 y participó el superintendente de Osorno, Juan Mackenna, junto con el comisario de naciones Francisco Aburto (funcionario de la corona que atendía los asuntos indígenas) y los sacerdotes Antonio Hernández Calzada y Mariano Ramis, que eran los religiosos encargados de la misión de Coyunco en Osorno.
Aquella primera misión de Pilmaiquén tuvo una vida fugaz: funcionó hasta 1820, cuando Osorno fue incorporado a la República de Chile y los religiosos españoles se retiraron de las misiones.
La misión de Tralmahue
El territorio quedó sin un punto de evangelización durante 20 años, a diferencia de zonas como Quilacahuín y San Juan de la Costa, donde se mantuvieron vigentes las misiones. No obstante, en 1837 comenzaron las gestiones para restablecer el servicio en la zona. Zenón Badía, antiguo misionero español, viajó a Italia ese año, bajo la presidencia de Joaquín Prieto, y le pidió al papa Gregorio XVI que envíe franciscanos italianos para atender las misiones desde Valdivia hacia el sur. Desde Génova salieron 12 religiosos a cargo del padre Diego Chuffa, quienes establecieron en Castro, Chiloé, un Colegio de Misioneros, que quedó a cargo de dos frailes que estuvieron antes en Osorno.
El padre Chuffa fue más allá y se propuso refundar la antigua misión de Pilmaiquén. En 1840 consiguió con el cacique de aquel entonces en dicha zona la cesión del terreno donde actualmente está la villa de San Pablo, en la orilla del estero Tralmahue, donde fundaron la misión que bautizaron con el mismo nombre del riachuelo. También abrieron en esa fecha (1846) la Misión de Trumao, en la orilla norte del río Bueno.
Por aquel entonces, el Colegio de Misioneros de Castro estableció un seminario donde se formaron nuevos misioneros, esta vez jóvenes chilenos procedentes de Chiloé, Osorno y Valdivia. Sus religiosos atendieron conventos en Valparaíso, San Felipe, Angol, Mulchén y el fuerte Bulnes en Magallanes. Lógicamente, se llenaron de trabajo y comenzó a escasear el personal apostólico. Entonces, el Presidente Manuel Bulnes encargó al ministro en Roma, Italia, Ramón Irarrázaval, buscar otra orden para que se hiciera cargo exclusivo de las misiones indígenas en el sur. Fue así como en 1848 se firmó un contrato con la orden capuchina, que atendió las misiones desde el sur del río Toltén hasta Osorno.
Nuevamente desde Génova salió en 1849 otro grupo de 12 misioneros con destino a Valdivia, a cargo del Prefecto Apostólico de las Misiones de la Araucanía, Ángel Virgilio de Lonigo, que estableció su sede en San José de la Mariquina. Desde ahí envió misioneros a Osorno, entre ellos el mítico fraile Pablo de Roio (conocido como Pablo de Royo), que fue destinado a Tralmahue el mismo año de 1849.
Creó un pueblo
Se trata de una figura emblemática para la misión y la actual comuna de San Pablo. Su nombre verdadero era Antonio Sfarra, nacido en el pueblo de Poiodiroio, en la provincia de Los Abruzos, Italia, en 1818 (al noreste de Roma). Ingresó a la orden a los 17 años.
Pablo de Roio levantó una nueva capilla, el edificio para una escuela y casa de los misioneros. No conforme con el trabajo evangelizador propiamente tal, decidió establecer un pueblo en el terreno de la misión, para reunir de forma más armónica tanto a los indígenas como a los criollos chilenos. Fue así como entre 1855 y 1860 hizo el trazado de las calles y la distribución de los solares o sitios. Al parecer, la divina providencia lo puso a prueba y el fraile debió reconstruir dos veces los edificios de la misión, que fueron consumidos por incendios. Como vestigio de su gestión estaba la antigua iglesia de San Pablo, que también fue destruida por las llamas en 1991.
Como el pueblo creció y nació bajo iniciativa particular, había que legalizarlo. Un decreto firmado por el Presidente José Joaquín Pérez, con fecha 9 de septiembre de 1867, denominó como villa de San Pablo al pueblo fundado por fray Pablo de Roio, dentro del Departamento de Osorno y bajo el mando del Gobernador del territorio.
El fundador de la villa y reconstructor de la misión tuvo un triste e inesperado final: falleció joven, de un ataque cardíaco, el 25 de abril de 1886. Y en medio de la congoja del pueblo, fue sepultado bajo el altar mayor de la iglesia de la misión, que hoy es el terreno del Colegio Santa Cruz.
La trágica muerte del fraile coincide con el inicio del desarrollo del pueblo, que se posicionó como un importante centro productivo del Departamento de Osorno, con la apertura del puerto de Trumao y la creación de molinos y casas comerciales.
Entre las primeras familias que llegaron tanto a San Pablo como a las haciendas, estaban los Guarda, Vásquez, Carvallo, Flores y Alvarado. Más tarde se sumaron inmigrantes alemanes como los Mohr, Becker, Reimann, entre otros.
La misión desde un principio estaba conectada con la ciudad por la ruta que entra por Pilauco y de ahí por la calle Freire (donde hoy está la pasarela sobre el Damas); más tarde se construyó una camino hacia el sur que conectó con la ruta a Trumao, zona donde se crearon grandes haciendas dedicadas a la agricultura y ganadería.
Instrucción pública
La misión de Tralmahue atendió desde la llegada de Roio tanto a indígenas como a criollos, según consta en el registro parroquial que data de 1850. La iglesia de la misión estaba dedicada a la Divina Pastora, que era la patrona de las misiones manejadas por los capuchinos italianos.
Al igual que en las demás misiones de la zona, en Tralmahue abrieron una escuela pública, destinada a brindar instrucción a los más pequeños. De acuerdo a datos recabados por Juan Anselmo Escobar, fue abierta el 2 de enero de 1845 y estaba ubicada en el primer distrito de la cuarta subdelegación. Sus límites eran al norte por el estero del molino de Vásquez; al este por el camino a Trumao; al sur por el río Damas; y al oeste por el río Rahue. Esta escuela pública llevaba en 1865 la numeración 7 y su preceptor era Luis Alvarado, con renta anual de 300 pesos, nombrado para el efecto por decreto del 4 de diciembre de 1860. Funcionó por 20 años.
Fin de la misión
La misión de Tralmahue no perduró hasta nuestros días, como sí ocurrió con Quilacahuín, Rahue y San Juan.
En 1925 se produjo un cambio en la división eclesiástica del sur: se creó la Prefectura Apostólica de la Araucanía, que comprendía las misiones de Osorno. En 1926, el prefecto Guido Beck de Ramberga le entregó la misión de Tralmahue al obispo de Valdivia, quien la constituyó en una parroquia con el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria de San Pablo. Ello significó el fin de la antigua estación misional de Tralmahue, destino compartido por la misión San Pablo de Río Bueno.