Monika Zgustova: "Los radicalismos son nefastos"
La traductora de Milan Kundera y también autora de "Las rosas de Stalin" y "Vestidas para un baile de nieve" (Galaxia Gutemberg) recién estuvo en Chile invitada por el ciclo "La ciudad y las palabras".
"Soy una persona de varios países", dice Monika Zgustova (65) para explicar su origen y formación multicultural. Nació en la desaparecida Checoslovaquia, donde vivió hasta los 16 años. Luego se exilió con sus padres en Nueva York, Estados Unidos, para luego asentarse en Barcelona, España. Es conocida como la traductora de Milan Kundera y también como una autora reconocida por sus temáticas de género y memoria histórica. Zgustova sacó del subsuelo a las últimas sobrevivientes de los gulags soviéticos (especies de campos de trabajo correccional) en "Vestidas para un baile de nieve". En su última visita a Chile habló de feminismo y de la pesadilla que implica el resurgimiento del totalitarismo en el mundo.
-Hoy, ¿cuál es su reflexión sobre la guerra en Ucrania y la figura de Vladimir Putin? En un perfil que hizo para El País escribió que el líder ruso tenía a su patria sumida en el miedo y el terror.
- La verdad es que esta guerra me parece tan horrible como a la gran parte de la humanidad. Realmente creo que Putin está quedando como un paria. Un intocable, alguien que tenemos que evitar. Acorralar a Putin me parece muy bueno y sensato. Es un personaje muy peligroso. La guerra está allí, de pie y no sabemos qué va a pasar. Nadie lo sabe, nadie puede predecir lo que puede pasar en la cabeza de Putin.
-En "Vestidas para un baile en la nieve" muestra la idea de ser "enemigo del pueblo". ¿Qué diferencias y similitudes ve entre los totalitarismos de Stalin o Hitler y el regreso de los fanatismos que estamos viendo hoy?
-Creo que todo forma parte un poco de lo mismo. Los radicalismos son nefastos, las revoluciones no aportan nada bueno. Hay tanta gente que sufre y tanta gente que muere, que yo, desde mi punto de vista, creo que las cosas deberían hacerse siempre por vía pacífica y no hay otra manera de hacerlo. Hitler, Stalin, ya sabemos que fueron absolutamente nefastos para el siglo XX. Ahora Putin y se está convirtiendo en un dictador terrible, esta vez del siglo XXI ¿No?
-¿Cómo una dictadura puede cambiar a las personas y a los países?
-Las dictaduras dejaron a las personas muy tocadas. Mucha gente huye de la de la sombra de los dictadores, durante la dictadura o a veces incluso después. He visto en algunos países post dictatoriales que la mentalidad de la dictadura todavía prevalece en la mente de las personas. Se tardan generaciones para que realmente la gente esté limpia. He vivido esto en España, con Franco.
Memoria fememina
-Sus libros están atravesados por el tema de la importancia de la memoria histórica desde la perspectiva de la mujer ¿qué ha descubierto allí?
-Estos son los temas básicos de toda mi obra, tanto en mis novelas como en mis ensayos. Siempre he hablado de la memoria histórica del totalitarismo y también del exilio que le sigue al totalitarismo. Hay que recordar todos los horrores. Un país sin memoria es uno que no se conoce a sí mismo y no tiene identidad. Generalmente mis protagonistas son mujeres, como yo misma. Soy mujer y es mi manera de hacer feminismo: retratar las distintas maneras de ser mujer, las distintas mujeres que hay, distintos tipos, algunas pueden ser admirables, otras se equivocan. Me gusta que luego cada lector tenga su propia opinión o que la pueda formar.
-El mundo interior femenino de las sobrevivientes del gulag -que describe- es muy potente.
-Sí, porque también indagué cómo vivieron los hombres en los campos de concentración, los gulags y no tenían estos valores tan claros. A la mujer le salvaron básicamente dos cosas: una era la amistad, que a veces la amistad podía haber sido también amor. La amistad con otras mujeres era importantísima, porque no era una amistad normal y corriente, eran unas amistades muy fuertes que en la vida normal no somos capaces de ver. Normalmente tenemos muchísimo más egoísmo. El otro valor, el más importante, era la belleza. A veces podía ser la belleza que buscabas en otra persona, en una mujer, una mirada, en una cara, en la nieve intacta, en los árboles que crecen en Siberia, o en alguna puesta de sol. Los gulags eran lo más feo que uno se puede imaginar, eran ruidoso, olían mal, la gente era muy brusca y muy bestia, o sea que todo era como contrario al ser humano.
-¿Dónde más encontraban belleza?
-Muchas veces la belleza se encontraba en la cultura, en las ideas. En el archivo de Elena, una señora a la que visité y que había estado en el gulag, me enseñó algunas fotos y también pequeños papelitos, porque ahí estaba prohibido tener papel y lápiz. Ahí escribía frases de Kant, de Platón o de Sócrates. Eso circulaba por el campo entre los presos y eso llenaba su jornada de trabajo. Lo mismo podía pasar con un trozo de poema o canciones populares. Eso era el alimento del alma, y lo hacían no sólo distraerse del horror, sino que también esto les proporcionaba humanidad, así se recuperaba la dignidad.
Monika Zgustova, en su novela "Las rosas de stalin", relata la vida de la hija menor del ex dictador ruso.
"Vestidas para un baile en la nieve"
Monika Zgustova
Galaxia Gutenberg 272 páginas $17.000
Por Franco Fasola
"Hay tanta gente que sufre y tanta gente que muere, que creo que las cosas deberían hacerse siempre por vía pacífica".
Antoni Sella
"Una señora a la que visité y que había estado en el gulag me enseñó algunas fotos y también pequeños papelitos".