Redacción

La ministra del Trabajo, Jeannette Jara, detalló ayer los principales ejes de la Ley de Presupuesto 2023, de la que destacó el aumento en seguridad pública, en recuperación de empleo y también la seguridad social, haciendo hincapié para este último punto en la Pensión Garantizada Universal (PGU), para la cual se anunció un aumento del 60%.

"Las pensiones tienen dos fuentes de financiamiento y uno de ellas es la cotización de las AFP: ahí el que logra ahorrar resuelve su problema. Pero hay que entender que el apoyo en la vejez es un derecho humano. El otro pilar es través de impuestos, que financian una pensión que espera ser garantizada y universal", explicó en con Mega.

Jara agregó que "hoy tenemos una PGU de 193 mil pesos, legislada en febrero y en agosto empezó a abarcar más población. Para subir la PGU a los 250 mil pesos mensuales necesitamos un ingreso permanente que se obtiene a través de la reforma tributaria, la cual busca recaudar más y que esa recaudación provenga de los más altos patrimonios. Cuando uno necesita subir las pensiones hay que ver cómo esos derechos sociales se financian con los impuestos".

Enfatizó en que el cambio en la tributación "es una reforma importante porque nos va a permitir hacer estos cambios, y creo que cuando uno quiere, y necesita, alzar las pensiones, hay también que mirar cómo esos derechos sociales se financian".

"Proponemos una PGU, ahora sí universal, sin letra chica. Todas las personas tienen algo garantizado por ser personas, ciudadanas y ciudadanos, y por haber sido parte activa laboralmente de la sociedad a la que contribuyó", aclaró.

"Ese es el objetivo, un piso sobre el cual se construye la pensión que ahorré o que entre todos ahorramos. Las pensiones no son un problema individual, son derechos sociales", añadió.

Faltan 200 mil personas

La titular del Trabajo también informó "la PGU se amplió al 90% y han ingresado muchas personas, pero nos queda un saldo de un poco más de 200 mil personas. Originalmente se proyectó que entrarían 500 mil y ya van más de 350 mil. Es un proceso que está en curso y tienen que seguir postulando a través de la página web de ChileAtiende".

A fines de agosto, en la comisión de Trabajo del Senado, Jara reconoció que "a muchas personas les falta información y tenemos que hacernos cargo de eso (...) debemos hacer un esfuerzo por comunicar mejor estos números. No hemos sido lo suficientemente claros en que ya ha entrado una buena cantidad, más de 350 mil personas".

Una de las principales críticas que recibió la propuesta de la Convención recientemente rechazada es que sus autores no habrían sido respetuosos ni deferentes con la "tradición constitucional chilena", optando más bien por llevar a cabo una "refundación" de la institucionalidad conocida mediante una "hoja en blanco". La deferencia puede analizarse tanto concreta como simbólicamente, y en ambos casos los convencionales efectivamente estuvieron al debe.

Lo primero, pues experimentaron con normas ajenas a la realidad histórica del país. La plurinacionalidad, el pluralismo jurídico, el bicameralismo asimétrico y el Estado regional son todas cuestiones que se apartan de nuestra cultura política, la cual, si bien dinámica y cambiante, contiene algunos pilares relativamente intocados desde al menos la década de 1820.

Lo segundo, porque la mayoría de los procesos constituyentes en Chile -en especial los de 1828, 1833 y 1925- siguieron un recorrido más consensual que rupturista, más moderado que radical. Gracias a ello, sus contenidos se legitimaron simbólica y factualmente a lo largo del tiempo.

Veamos.

En la Carta de 1828 se encuentra una solución intermedia (es decir, no extrema) al complejo problema de la división territorial: con el fin de responder a las demandas administrativas, económicas, judiciales y fiscales de las distintas zonas en las que estaba conformado el naciente país, los constituyentes de ese año se decidieron por un Estado unitario, pero dividido en ocho provincias con sus respectivas asambleas. Dicha salida buscó poner coto al federalismo extremo del período inmediatamente anterior, aunque sin desconocer el valor de la descentralización.

Otro tanto puede decirse de la siempre tirante relación entre la Iglesia y el Estado: aun cuando la Constitución sostiene que la religión de Chile era la "Católica Apostólica Romana", el hecho de que no se prohibiera el ejercicio "privado" de otros credos sirvió para que, con el paso del tiempo, los protestantes fueran integrándose a la sociedad local.

La Ley Fundamental de 1833, por su parte, fue pensada como una "reforma" de su antecesora por sus autores, quienes aceptaron e incluyeron en su articulado las herencias del pasado. Así, en la década de 1870 -y sin incurrir en un quiebre institucional- fue posible introducir importantes cambios a la Constitución a través de una apelación directa a los principios que habían sido consensuados durante los años veinte del siglo XIX.

Y si bien la Carta del 25 fue el resultado de un verdadero terremoto político, tanto en su redacción como en su contenido se aprecian, otra vez, soluciones intermedias o reformistas antes que maximalistas o revolucionarias. El texto, en efecto, sobresale por su simpleza, por su laxitud y porque gobiernos de muy distinto signo (como los de Jorge Alessandri y Eduardo Frei Montalva) pudieron desplegar sus programas bajo su influencia conceptual.

No podemos decir lo mismo, sin embargo, del origen de la Constitución de 1980, como tampoco de la fallida propuesta de la Convención: en ambos casos -aunque por razones ideológicas opuestas- primó la arrogancia y no el diálogo racional. ¿Qué camino seguiremos ahora que nos aprestamos a retomar la discusión constituyente? ¿El de la refundación o el de las soluciones intermedias? ¿Seremos capaces de redactar una Constitución que sea deferente con nuestra historia, pero que al mismo tiempo tenga un pie firme en las urgencias del siglo XXI? De las respuestas que demos a estas interrogantes depende, me parece, el destino de los próximos meses.

"En la Carta de 1828 se encuentra una solución intermedia (es decir, no extrema) al complejo problema de la división territorial: (...) los constituyentes de ese año se decidieron por un Estado unitario, pero dividido en ocho provincias con sus respectivas asambleas".

"Y si bien la Carta del 25 fue el resultado de un verdadero terremoto político, tanto en su redacción como en su contenido se aprecian, otra vez, soluciones intermedias o reformistas antes que maximalistas o revolucionarias".

*Investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP)

La Policía de Investigaciones desbarató una banda delictual dedicada al tráfico de drogas, robo de vehículos y arriendo de armamento de fuego, actividad en la que tenía como clientes a cantantes de música urbana.

La policía allanó ocho domicilios en la comuna de Cerrillos y detuvo a cinco personas vinculadas a esta organización.

El subprefecto Manuel Muñoz reveló que la banda "se denominaba 'Los chulos' y residían en la comuna de Cerrillos, en la población Raúl Silva Henríquez, que se caracterizaban con la utilización del número 17".

"El grupo hacía permanentemente ostentación de armas de fuego y droga en redes sociales", agregó Muñoz y aseguró que estos delincuentes "arrendaban estas armas a cantantes de música urbana tanto nacionales como internacionales y estos, a su vez, también hacían ostentación de dichas armas de fuego".

El Presidente Gabriel Boric fue visto ayer en la Primavera del Libro, en el capitalino Parque Bustamante, Providencia. Allí fue recibido por un centenar de editores, lectores y escritores, en una visita que no fue anunciada con anterioridad.

En medio del tumulto generado por la presencia del Mandatario, se desplazó por la exposición durante alrededor de media hora, en que se fotografió con los asistentes y compró el libro "Lo que nos toca: conversaciones con Diego Tatián y Alejandra Cozza", de Carmen Castillo.

"Hay tremenda diversidad literaria para elegir, con 147 editoriales expositoras. Si quieren panoramas para el finde en Santiago, aprovechen de darse una vuelta por acá :)", escribió Boric en su cuenta de Instagram.

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