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Conservadurismo y plebiscito
El 4 de septiembre de este año se realizará en Chile el Plebiscito Constitucional de Salida, uno de los eventos más importantes de la historia contemporánea del país. En esta coyuntura se enfrentan dos posturas: apruebo y rechazo. A simple vista, la primera postura representa a los grupos progresistas de la sociedad, los cuales buscarían que Chile avance por un camino más justo e igualitario. Mientras que la segunda postura representa a los grupos conservadores, los cuales se opondrían al cambio simplemente buscando defender el statu quo. Sin embargo, ¿es correcta esta forma de entender las posturas asociadas al apruebo y rechazo? Ciertamente no.
El conservadurismo, enmarcado en el pensamiento de Edmund Burke, no se opone al cambio sin más, sino que se resiste a él. La diferencia entre oposición y resistencia es sutil, pero importante. El conservador se resiste al cambio dado que posee la certeza de que el ser humano es moral e intelectualmente imperfecto, por lo que desconfía de las intenciones y la capacidad cognitiva que los individuos poseen a la hora de promover y planificar transformaciones sociales. ¿Significa esto, entonces, que los conservadores se oponen al cambio sin más? Reitero, la respuesta es no.
El conservador está abierto a la posibilidad del cambio e incluso la revolución. Edmund Burke, por ejemplo, defendió la Revolución Gloriosa en Inglaterra de 1688. No obstante, para el conservador, los cambios no pueden estar basados únicamente en lo que los humanos, seres moral e intelectualmente imperfectos, dictan. Los cambios, por el contrario, deben estar enmarcados en la tradición. Es sólo la tradición la que puede establecer las bases del cambio, en tanto que aquella, a lo largo del tiempo, ha seleccionado las mejores prácticas e instituciones de nuestras sociedades.
Edmund Burke fue, en este sentido, un crítico de la Revolución Francesa. Según él, aquella pretendió acabar con el Antiguo Régimen en el nombre de ideas abstractas (fraternidad, igualdad y libertad) que no se enraizaban en la tradición. De hecho, esta revolución puso la capacidad racional, moral y el voluntarismo humano en el centro del cambio, precisamente con el fin de refundar a la sociedad francesa. Por ende, considerando que el proceso constituyente chileno también aboga por una refundación construida racionalmente e inspirada en ideas que no pareciesen estar, por ejemplo, enraizadas en tradición institucional, ¿se puede extraer algo relevante del conservadurismo burkeano para interpretar el plebiscito de salida? Sin duda.
Lo que está en juego en este plebiscito no es aprobar o rechazar el cambio, sino el tipo de cambio que tendrá lugar en Chile. Por ende, es importante preguntarse: ¿cuál es la idea de Nación propuesta en el borrador? ¿Es pertinente terminar con el presidencialismo? ¿Necesitamos el bicameralismo asimétrico? ¿Debe haber un sistema de justicia unitario que respete la igualdad ante la ley? Todas estas preguntas refieren al asunto de la continuidad y la tradición. De modo que nuestra decisión con respecto al plebiscito debería referirse, sobre todo, a si el borrador constitucional supone un cambio que da continuidad a ciertas características que consideramos significativas para nuestra Nación. Después de todo, siguiendo la lógica burkeana, la nueva constitución debería representar un pacto entre los muertos, los vivos y los que están por nacer. No sólo un pacto entre vivos que buscan refundar la sociedad, tal como sucedió en la Revolución Francesa.
Dr. Sebastián Rumié, académico Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la UCEN
Población y cambio climático
La proyección del crecimiento de la población para el 2022 alcanza aproximadamente los 8 mil millones de personas, donde China e India ocupan los primeros lugares. Si bien es cierto que la tasa de crecimiento anual de la población ha disminuido, no podemos dejar de considerar las necesidades que se requieren cubrir para un planeta con esta cantidad de habitantes, quienes demandaran más alimentos, energía y agua entre otros.
Se podría inferir que a mayor número de personas se genera una mayor cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero, pero se deja de lado un concepto fundamental que es la doble desigualdad. Las personas con menos recursos son más vulnerables a los impactos del cambio climático y, a su vez, son las que menos aportan. Por lo tanto, es fundamental centrarse en los hábitos de consumo y la actividad económica, apuntando a cambios rápidos y sustanciales en el estilo de vida, incluidos la disminución de los viajes en avión, una transición hacia energía renovable y vehículos eléctricos, y una mayor concientización de la población hacia medios de transporte sostenibles.
Romina Reyes Torres
Ciudades contaminadas
Llega una de las épocas del año más esperada por los niños del país: las vacaciones de invierno. Esto se ve contrastado con el aumento de la contaminación intradomiciliaria en invierno, principalmente con el uso de calefacción a leña, parafina u otros combustibles que generan emisiones. De hecho, acorde a datos de la OMS, el 99% de la población mundial respira un aire que supera los límites de calidad recomendados por el organismo, poniendo en riesgo su salud.
Las bajas temperaturas y el mal tiempo que han marcado la tónica de las últimas semanas, además de enfermedades "tradicionales" de la estación causadas por virus y contaminación en general, conjugan una tormenta perfecta que atenta en contra de la población de prácticamente todo el país.
Debido a lo anterior, es urgente un llamado a considerar opciones más limpias de calefacción de los hogares y que, al mismo tiempo, purifiquen el aire. De esta manera estaremos contribuyendo a descontaminar las ciudades del país mientras minimizamos el riesgo de sufrir enfermedades en ambientes interiores.
Nicole Figueroa
Infraestructura crítica
Con relación al proyecto de reforma constitucional de resguardo de infraestructura crítica por las Fuerzas Armadas, cabría comentar que ello de nada servirá si los militares no tuviesen la facultad para emplear sus armas letales contra quienes atenten contra tal infraestructura y la seguridad de que no serán encarcelados por "violar los derechos humanos" si las usaren, ya que no tendrían capacidad disuasiva o represiva alguna.
La obligación esencial de los gobernantes es la conservación del orden público, haciendo uso de la violencia física legítima del Estado -de la cual este tiene el monopolio-, si ello fuese necesario para lograr tal cometido.
Adolfo Paúl Latorre