Mosqueros cerraron la temporada con buenas capturas en el lago Rupanco
OCTAY. Pescadores de Osorno y Valdivia se reunieron en el río Nalcas, donde los salmones fueron devueltos sanos y salvos.
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Un grupo de pescadores con mosca de Osorno y Valdivia cerró la temporada 2021-2022 con un fin de semana lleno de grandes capturas en el lago Rupanco, en la desembocadura del río Nalcas. La intensa lluvia que cayó en los días previos al encuentro fue un buen augurio de que habría "actividad" en el lago, ya que subió la presión atmosférica y los salmones se acercaron más a la superficie.
Y así ocurrió apenas llegaron al agua, tanto en el lanzamiento o casteo desde la orilla como a bordo de los float tube (pequeña embarcación inflable especial para la pesca). Los salmones chinook aparecieron en gloria y majestad, con tamaños generosos (entre 3 y 4 kilos), piezas que dejaron exultantes a los mosqueros.
La primera jornada fue por lejos la mejor, donde casi todos obtuvieron "trofeos" de buen porte para la sesión de fotos de rigor. Tras un par de minutos, cada salmón fue devuelto al agua sano y salvo, en línea con el espíritu que mueve a quienes practican este noble deporte.
El grupo estuvo todo el tiempo a merced de los elementos: el viento, la lluvia y el frío no dieron tregua, pero los trajes impermeables, la adrenalina y el relajo de estar en medio de un entorno natural tan hermoso, anularon cualquier sensación ingrata. Al final, es parte del juego…
Con la noche vino el descanso, el relato de las aventuras del día y el jolgorio en torno a un buen estomaguillo asado, los vinos y uno que otro brebaje espirituoso. Como en toda salida de pesca, no podía faltar aquella historia casi asombrosa que contar, aunque esta vez tuvo ribetes misteriosos. El fuerte viento traicionero empujó uno de los float tube anclado en la orilla hasta el mismo lago. El oleaje se encargó de llevarlo cada vez más adentro. Lo malo era que estaba cargado de elementos de pesca, incluido una caña de alta gama junto con un carrete de colección. Cuando todo parecía perdido, el destino quiso otra cosa: un pescador que estaba cerca lanzó justo por sobre el float tube, enganchó la caña y la trajo hasta la orilla. Lo más costoso estaba salvado, pero el pontón inflable se alejó como un barco fantasma, sin tripulante y a la deriva. Dos avezados mosqueros acudieron hasta el otro extremo del lago para intentar esperar al pequeño navío y recuperarlo, aunque era poco probable. Nuevamente sucedió lo impensado: el float tube resistió el intenso oleaje y tras más de una hora llegó justo hasta donde estaban los rescatistas, que con valentía y premunidos de una rama, lo recuperaron. Una historia más que contar para estos amantes de las streamer, las ninfas y las secas.