Semana Santa sin accidentes
Esta es la primera vez en dos años que los chilenos podremos gozar de unos días libres en la playa, campo o montaña. Obviamente existe emoción y espíritu festivo, quizás por la oportunidad de reencontrarse con la familia después de un buen tiempo, o por pensar en cuántos huevitos de chocolate lograremos recolectar. Sin embargo, no podemos ignorar las cifras de accidentes que en estas fechas suelen ir al alza debido al gran flujo de vehículos de carga y de transporte de pasajeros en autopistas, carreteras y en el interior de las ciudades, quienes deben tomar medidas extra para prevenir cualquier tipo de incidente.
Si hacemos memoria, de acuerdo a las cifras oficiales de la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (Conaset), el año 2019 hubo 22 personas que fallecieron en carreteras en Semana Santa, mientras que en 2020 y 2021, con cordones sanitarios por pandemia de coronavirus, fallecieron nueve personas cada año.
Es fundamental recordar que todo accidente es evitable si todos los actores contribuyen a esto, es decir, tanto choferes como peatones deben ser responsables y conscientes de respetar el camino, la señalética, el tipo de transporte y, por supuesto, evitar al 100% el alcohol si se va transitar por la vía pública. Si el Conejito de Pascua no mirara a ambos lados antes de cruzar la calle, no tendríamos el lujo de poder disfrutar estas tan ansiadas festividades.
Rodrigo Serano
La economía de las mascarillas
Después de mucho ensayo y error hay una certeza, las mascarillas son el único artefacto que impide el avance del covid 19 y sus variantes, no hay otra opción en pandemia. De hecho, la mascarilla salió del quirófano y de la sala del paciente, a donde parecía haber estado condenada, y rápidamente empezó a ser usada en lugares diversos. No sólo eso, además, es hoy un accesorio estético y un medio de comunicación que expresa identidades colectivas y reivindicaciones.
Mascarilla sí porque ha sido incorporada a un repertorio de rutinas cotidianas, por ejemplo, varias veces nos hemos devuelto a casa para tomarla y hacer uso de ella. Es parte de un régimen de vitalidad, o sea, de un conjunto de prácticas de prevención y acompañamiento que aspiran a lograr legitimidad. Pero llegar a consolidar un régimen de vitalidad es difícil, todas las costumbres que nos ayudan a desarrollarnos ameritan organizaciones dedicadas a eso y en pandemia hemos visto a las organizaciones de la sociedad civil mucho más activas que a las reparticiones del Estado y que a las empresas, donde los funcionarios de la salud han sido la excepción.
Hoy, es común encontrar a mujeres costureras que fabrican mascarillas y que las donan a la primera línea de la salud, las venden a un precio justo y más bajo que las que ofrecen las cadenas de farmacias, es cosa de buscar alternativas.
Si se pregunta si debemos usar o no mascarilla. Sí necesitamos porque se encuentran coexistiendo tres virus: covid-19, Sincitial e influenza, todos ellos se transmiten cuando hablamos cara a cara, tosemos o estornudamos; los tres inciden gravemente en personas que tienen menor cantidad de anticuerpos en la sangre, entre ellos: niños, también afecta fuertemente a los que tienen enfermedades al corazón, defectos inmunológicos, displasia broncopulmonar y los que fuman.
Pensemos de esta forma, si aumentamos los casos positivos con estos tres virus habrá una situación de colapso en el servicio de asistencia y en el mejor de los casos deberíamos cuidar a nuestros enfermos en casa, este trabajo lo hacen habitualmente las mujeres y así ellas no logran hacer su vida y nuevamente postergan satisfacer sus necesidades intelectuales, físicas, de desplazamiento, alimentarias o de disfrute del tiempo libre, además, es posible que volvamos a incurrir en gastos, pero sin tener asegurado el trabajo que hemos recuperando lentamente, al final del mes podríamos estar retornando a la falta de dinero, a la llamada por teléfono para coordinarnos para cuidar a los enfermos y haremos turnos para salir a tomar aire, despejarnos un poco y volver a esa rutina.
Nicolás Gómez Núñez Sociólogo y académico UCEN
Miremos al futuro
Este 22 de abril se conmemora un nuevo Día de la Tierra, jornada que llega en un momento muy especial. Y es que estamos vivenciando lo que los primeros científicos en los años 1960 nos proponían: Que la temperatura del planeta estaba aumentando y que los combustibles fósiles no durarían por siempre.
Si a todos estos factores le sumamos una guerra entre dos países muy importantes para el continente europeo, como son Ucrania y Rusia -por la cantidad de recursos naturales que entregan al viejo continente-, y lo dañino que es el petróleo para nuestro ecosistema, nos damos cuenta de lo relevante que pueden llegar a ser las energías renovables no convencionales para la humanidad.
Actualmente, Chile se encuentra en un buen pie para pasar a un sistema energético 100% verde en unos 40 años más, porque cuenta con todas las factibilidades técnicas para ello: zonas con fuertes vientos, altos niveles de radiación solar y buenos volúmenes de agua en el sur del país. Asimismo, el Estado se ha dado cuenta de su importancia. Las energías renovables no convecionales nos permiten erigirnos como una potencia mundial, por ejemplo, del hidrógeno verde. Esto es posible ya que se requiere energía solar fotovoltaica y eólica con un costo nivelado, lo que hoy se está dando porque los costos de producción de dichos recursos han bajado.
El objetivo es continuar luchando por lograr una matriz energética totalmente verde, desarrollando esta industria y sus investigaciones.
Víctor Opazo Carvallo
Fin al Senado
Liquidar al Senado, como pasó en la Convención Constitucional, equivale a dejarle la mesa servida a un gobierno autoritario, sea del color político que sea.
Si el próximo gobierno lo gana un caudillo de derecha o izquierda además se hace del control de la única cámara real del Poder Legislativo, será de entera responsabilidad de la Convención que hoy jura que hace maravillas.
Francisco Álvarez
Jadue en Venezuela
A Daniel Jadue lo único que le faltó decirle a Nicolás Maduro después de tantas muestras de admiración que le ha profesado es que... "Si tuviera un hijo le pondría Venezuela".
¿Y por qué no lo nombraron embajador en Venezuela?, ya que por lo visto, se siente "como pez en el agua" en tierras bolivarianas.
Luis Enrique Soler