Balance previsional de Piñera
"El saliente Presidente Sebastián Piñera asumió su segundo mandato con un importante respaldo en las elecciones y una agenda previsional sólida que se fue diluyendo con el paso del tiempo, pues nunca tuvo el apoyo necesario en el Congreso para ir avanzando en una reforma previsional relevante, por lo que sus propuestas de campaña quedaron en nada.
Pero el nulo avance en pensiones en el pilar contributivo fue compensando con creces y de manera hábil con las mejoras al pilar solidario, al sacar adelante la pensión garantizada universal -PGU-, el hito más relevante de la última década en materia previsional.
El balance previsional es positivo, pues la PGU rompe la focalización hacia el 60% de los pensionados, extendiéndose al 90% de nuestros adultos mayores, con una cobertura a la clase media de nuestro país, lo cual a su vez refuerza la capitalización individual como un complemento a un primer piso de pensión proveniente desde el Estado, dificultando cualquier reforma estructural que quiera hacer el próximo Gobierno del Presidente Gabriel Boric.Eduardo Jerez Sanhueza
Importancia de la mascarilla
Esta es una pregunta que hemos escuchado a menudo, quizás más de lo que quisiéramos, por ello es muy importante considerar que para que se produzca una enfermedad debe existir al menos una persona que sea susceptible, un agente que cause la enfermedad (virus o bacterias, por ejemplo) y el ambiente adecuado.
La comunidad negacionista del covid-19 ha cuestionado, entre otras cosas, el uso de la mascarilla por toda la población y no solo por los enfermos, argumentando principalmente que al ser personas sanas se les estaría privando de sus libertades individuales al obligarlos a utilizarlas. Claro que no están enfermas, ya que no presentan síntomas de la enfermedad (tos, secreciones, fiebre, etc., en casos leves), pero lamentablemente personas sin síntomas, es decir no enfermas, son portadoras del virus, y al desconocerlo y no usar mascarilla en sus interacciones sociales, pueden propagarlo y contagiar al resto, es decir, a aquellos sujetos susceptibles de enfermar.
Esto me recuerda una historia de principios del 1900 en Nueva York, de una portadora crónica de Salmonella typhi, que es el microorganismo que provoca la fiebre tifoidea, una infección intestinal grave y que se transmite por el consumo de agua o alimentos contaminados con deposiciones de personas enfermas o portadoras (puede ser por un mal manejo de excretas o un inadecuado lavado de manos al preparar alimentos). Esta señora, conocida popularmente como María Tifoidea, no tuvo la enfermedad, pero era portadora de la bacteria, y se comprobó que en cada casa donde trabajó como cocinera las familias se contagiaron de esta patología, provocando cuadros graves que requirieron hospitalización e incluso les provocaron la muerte. Llegó a ser la causante de al menos 10 brotes de fiebre tifoidea durante los años que estuvo activa.
En el caso del covid-19 la transmisión es aún más fácil, solo requiere una interacción cercana, ya que se propaga por las gotitas de saliva a las que todos estamos expuestos día a día, tanto en nuestras casas, como en el medio de transporte y lugares de trabajo. Cada interacción social de una persona enferma o portadora con una persona susceptible trae consigo el riesgo de provocar una infección que no sabemos será leve, grave o mortal, ya que desconocemos el grado de susceptibilidad de quien se expone.
Es por esto que se insiste en la utilización de la mascarilla, ya que no podemos saber con certeza quienes son los portadores asintomáticos, por lo que al utilizarla todos disminuimos el riesgo para las personas susceptibles, más ahora en la que la búsqueda activa de casos por medio de un test de PCR o antígeno ha disminuido en forma radical. Tenemos una gran responsabilidad social para evitar lo más que sea posible la propagación de esta enfermedad, todavía no estamos en el momento de relajar esta medida.
Natalia Castillo, académica Escuela de Técnico de Nivel Superior en Enfermería U. de Las Américas
Visibilizar para inspirar
En una nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer, es importante destacar no sólo lo que tenemos pendiente en cuanto a derechos, sino también revisar los avances y el tremendo aporte que ha significado la incorporación femenina en el campo laboral, especialmente en aquellos que, hasta hace algunos años, se veían como de participación preferentemente masculina.
La incorporación de mujeres ha traído consigo cambios importantes en los diversos climas laborales. En el caso de la construcción e inmobiliaria, por ejemplo, en las obras que tienen participación femenina, hay un ambiente más respetuoso y amable, lo que ayuda a la construcción de un ambiente laboral más propicio. El trato entre hombres suele ser más "rudo" y "tosco", sin que esto signifique malos tratos, pero cuando hay una mujer, habitualmente hay más cuidado en el uso del lenguaje y las formas de comunicación, lo que a la larga beneficia a todos al fomentar un espacio de trabajo preocupado de las formas de trato.
En términos de liderazgo, la incorporación femenina también ha propiciado cambios importantes, los que son palpables. Tradicionalmente se consideraba como buen líder a aquella persona que imponía autoridad y con capacidad de controlar, e incluso, ocultar sus emociones. Hoy, el perfil para puestos directivos y gerenciales incluye habilidades blandas y de inteligencia emocional, que durante mucho tiempo se asoció como atributo femenino. Esa línea que dividía lo femenino de lo masculino en la actualidad se disemina, para incorporar la emocionalidad y la autoridad como atributos complementarios, que son esenciales para asegurar un manejo responsable y respetuoso de los equipos de trabajo.
Pero aún hay desafíos, como por ejemplo la equidad salarial y una mayor participación en cargos gerenciales o directivos. Para avanzar en ambos frentes, y también en la recuperación de puestos de empleo femenino que se vieron afectados durante la pandemia, es fundamental visibilizar el aporte de las mujeres en sus respectivas áreas de participación, así considerar las diferencias propias del género, que constituyen un aporte complementario a lo que conocemos tradicionalmente. Lo anterior será un factor de inspiración para que más mujeres estén dispuestas a entrar al mundo laboral y más empleadores a buscar incorporar en sus empresas más liderazgo femenino.
En orden de que el talento y conocimiento puedan ser un aporte sustancial en el campo laboral, necesitamos despojarnos de los prejuicios asociados al género, y ser capaces de compartir nuestras responsabilidades en todos los aspectos de nuestro día a día.
Carolina Garafulich