Condenar la violencia
El conflicto que se vive en Europa del Este, con la invasión de Rusia a Ucrania, impacta al mundo y genera repudio generalizado. Desde Los Lagos puede parecer muy lejano todo el acontecimiento, pero en un mundo globalizado e hiperconectado, las distancias son escasas.
La comunidad internacional ha sido testigo de una pésima noticia. La invasión de Rusia a Ucrania es un hecho que podría traer graves consecuencias para la paz mundial, considerando las alianzas y defensas que cada nación involucrada tiene. Además, el conflicto se suma a otros lamentables que se desarrollan en las naciones de Medio Oriente, comprometiendo una extensa zona en Europa y Asia.
Tal como lo señaló el Presidente Sebastián Piñera al fijar la posición de Chile y condenar la agresión rusa, "estos actos vulneran la paz y la seguridad internacional" y violan normas como las establecidas en la Convención de Ginebra, "vulnerando derechos y atentando contra vidas inocentes".
Desde Los Lagos puede parecer muy lejano todo el acontecimiento, pero en un mundo globalizado e hiperconectado como el actual, las distancias son escasas y los vínculos, múltiples. En efecto, hay relaciones importantes para una economía regional, con los actores de ese escenario.
En lo humano, desde cualquier lugar del mundo no se puede menos que repudiar la violencia y coincidir con la Organización de Naciones Unidas y con la ex Presidenta Michelle Bachelet en los llamados al entendimiento entre las partes efectuados desde su cargo como Alta Comisionada para los Derechos Humanos.
También es necesario reiterar que la violencia física, bélica o ideológica no puede primar por sobre los derechos de las personas a vivir en tranquilidad.
Eso vale para graves conflictos multinacionales como el que ahora se aprecia; pero también para los internos de cada país.
En el nuestro, sin ir más lejos, los problemas públicos -con preocupante frecuencia- toman el camino de la dañina intransigencia.
Por supuesto que un desencuentro cívico no puede comprarse con un ataque extranjero armado como el que sufre la nación ucraniana; pero causar la fractura interna de un pueblo desestabiliza no solamente a su propio territorio, sino al circundante. Hay tristes ejemplos de ello en Sudamérica.
La infame invasión de Rusia a Ucrania ha generado
el rechazo mundial y de seguro tendrá consecuencias en la economía y relaciones internacionales del gigante eurasiático.