Políticamente correctos
Tenemos presidente electo. Gabriel Boric, con más de un 11,5% de diferencia, fue elegido como futuro Presidente de Chile. El desafío es grande. He leído y escuchado los buenos deseos y declaraciones de quienes serán la oposición, en apoyo para que el de Boric sea un buen gobierno. Esta forma democrática ya es conocida en Chile y es, como lo dijera Matamala en su última columna, la forma en que nos desenvolvemos habitualmente. Pero la declaración antecede a la acción. ¿Veremos en el futuro acciones coherentes con estas declaraciones? Ojalá que estas opiniones más que indicarnos que decimos cosas de "buena crianza", "políticamente correctas", representen en el futuro inmediato, desde la acción, un compromiso para hacer aquello que propicie el bien común. La votación de este domingo nos muestra que un grupo mayoritario de chilenos quiere una transformación profunda. Transformemos también el significado de ser políticamente correctos con acciones que apunten hacia ese compromiso de colaboración por el bien de todo Chile.
Pablo Fuenzalida
Entre el miedo y la esperanza
La historia, ese rodillo gigantesco que avanza arrastrando restos de lo antiguo y aplastando trozos de lo nuevo, ha hecho lo suyo una vez más: las elecciones presidenciales más esperadas de los últimos años -comparables quizás sólo al mítico plebiscito de 1988- se llevaron a cabo el domingo pasado dejando a su paso un puñado de interpretaciones y preguntas.
En primer lugar, la clamorosa juventud del presidente electo, un arma de doble filo, comenzará muy pronto a ser puesta a prueba por los avatares de la política. Su indesmentible pertenencia a una generación que se fraguó en las calles y en medio de las barricadas, deberá hacer espacio a una postura dialogante y articuladora, como la que él mismo exhibió al sentarse a la mesa del acuerdo esa noche de noviembre en que la república amenazaba desplomarse.
Muchos de los que le acompañan tendrán un ejercicio de madurez. Y aprenderán, por las buenas o por las malas (para usar las palabras de uno de sus principales ideólogos), acerca del uso del poder y de las necesarias concesiones que ello trae consigo. Sí, es cierto: morderán el polvo; y tal vez no una, sino varias veces. Entonces deberán releer a Max Weber y recordar que no hay cabida para ningún maximalismo, pues quien entra en la política hace un pacto con el diablo. En esto, reside la esperanza.
En frente el panorama es desolador, y ciertamente es una pena que la Derecha, lo que queda de ella, termine abrazada a un proyecto del pasado. No es conveniente ni aceptable ocultar el anhelo urgente de una mirada propositiva y renovada capaz de apuntar hacia el futuro sin los lastres del pretérito. Pero ello traerá consigo inevitablemente al dolor. Y por eso acá parece anidar el miedo.
Nuestro país, no vale la pena engañarse, está transitando por una encrucijada de dimensiones colosales y es entendible que eso alimente en muchos espíritus la memoria de viejos fantasmas. Pero hay poderosas razones en las que sostener el optimismo. Y que tienen que ver con palabras como inclusión, equidad, justicia y reparación.
Después de todo, si se mira con cuidado, tenemos la oportunidad privilegiada de sanar las heridas del pasado y allegar los sueños del futuro en un presente que reniega de la linealidad, se incomoda con el cartesianismo y se mantiene en el límite de flotación de dos mundos: el real y el anhelado.
Xavier Echiburú
Los mejores no se suman
Es preocupante que personas tremendamente capacitadas que se sumaron al equipo económico de Gabriel Boric, entre ellos Andrea Repetto y Roberto Zahler, no quieran ser ministros y liderar las carteras en el próximo gobierno. ¿Será que no quieren dar consejos y luego no ser escuchados (como en el caso del cuarto retiro)?. Una mala señal que va en contraposición a las palabras del presidente electo, sobre que los ministerios estarían liderados por los mejores. Ojalá no se haya querido referir a "mejores amigos", porque ahí no se puede esperar nada muy bueno.
Renata García, economista
Los mejores no se suman
Cuando se vio entrar a Gabriel Boric al Palacio de La Moneda investido como el presidente electo, saludando de mano a la guardia de carabineros, para reunirse con el actual presidente de Chile, Sebastián Piñera, quien le traspasará el mando el próximo 11 de marzo surgió la pregunta: ¿Cuántas veces, hace como 10 años, el entonces presidente de la FECH, hoy el presidente electo, Gabriel Boric, habrá pasado, ó intentado pasar frente a La Moneda, cuando lideraba las protestas estudiantiles en el primer gobierno del Presidente Piñera y las fuerzas de carabineros no se lo permitían?, ¿cuántas veces?. Definitivamente, en cinco palabras: "Las vueltas de la vida".
Luis Enrique Soler Milla