Con la elección del frenteamplista Gabriel Boric como el futuro Presidente de la República, ha terminado una polarizada campaña con visiones muy distintas en cuanto a las formas de afrontar los problemas del país y acusaciones de lado y lado que, de momentos, emporcaron demasiado el debate. La ciudadanía se volcó a las urnas y por una amplia mayoría le ha delegado la soberanía popular a un ex líder estudiantil que, a contracorriente de su propio sector político, suscribió el Acuerdo por la Paz del 15 de noviembre de 2019, que finalmente desembocaría en el plebiscito constitucional y la elección de los convencionales que ahora están trabajando en la elaboración de la nueva Carta Magna.

En lo inmediato, el país necesita ahora volver a su cauce de tranquilidad y diálogo, para espantar cualquier atisbo de polarización. Se acercan tiempos complejos producto del estado de la economía, dañada por la pandemia y, además, se requiere mantener y reforzar aún más, una vez que asuma el nuevo gobierno, la ardua tarea que ha exigido la emergencia sanitaria, empezando por el exitoso proceso de vacunación.

A nivel de los intereses de Los Lagos, ya en su programa de gobierno, el ahora Presidente electo, Gabriel Boric, estableció líneas de acción en cuanto al turismo, medio ambiente, agricultura y acuicultura, todas áreas de extremo interés para la zona por el nivel de empleo que generan y los desafíos de sostenibilidad, muy enmarcado, por lo demás, en la urgencia que le asiste al país a la hora de sumarse a la lucha contra el cambio climático. Junto con atender las temáticas transversales que requiere el país, el futuro mandatario tendrá que asumir estos compromisos programáticos, cautelando los delicados equilibrios que exigen tanto la actividad económica como la sostenibilidad ambiental.

En el plano de Los Lagos, también, será muy interesante en las próximas semanas conocer cuáles serán las señales del futuro gobierno respecto de los cargos que se necesitan para la administración regional. Ese será, seguramente, un terreno que generará mucha expectación local.

Tropecé de nuevo con la misma piedra…. Disculpe don Santa ¿conoce esa canción? En fin, escribo a usted a temprana hora para, primero, agradecer su reconocida disposición y buena voluntad para llegar a los hogares del mundo, estamos muy conscientes del medio pique que se pega cada 365 días para entregar a cada quién lo merecido.

Sin embargo, acaba usted de dejar en nuestro país y por adelantado un regalito que nos cayó como balde de agua hirviendo, por supuesto no a todos los chilenos, pero si a una gran minoría.

Por lo mismo don Santa, y ya que después de tanto intercambio epistolar hemos logrado cierto grado de confianza, me atrevo a preguntarle: ¿qué pasó querido viejito? ¿está usted seguro que este regalo venía para esta latitud? ¿no se habrá equivocado? Con esto del covid-19, el mundo ya se acostumbró a recibir paquetes ajenos, por lo que no sería del todo una desfachatez preguntarle: ¿no será que este regalo era para ser dejado un poco más al norte de Sudamérica, tal vez Venezuela o Cuba? ¿O en otro continente como Australia o África? ¿Escribimos mal el nombre del regalo o no nos supimos expresar y explicarle qué es lo que realmente Chile necesita?, ¿realismo mágico?

Y por favor, don Santa, no crea que es mala leche o que somos mal agradecidos, pero ¿por qué?, ¿qué pasó?, ¿tan mal nos portamos?, ¿es lo que merecemos?.

Por otra parte, está claro que de nada sirve llorar sobre la leche derramada, por lo que se agradece el presente.

Ahora, en vista y considerando que deberemos hacernos cargo del bulto y que aún faltan unos días para Navidad, le pedimos si es posible, y si le quedara algo entre sus maravillosos sacos pascueros, que nos pase a dejar un poco de templanza y otro poco de tolerancia. Y ojalá algún tipo de polvo mágico que prohiba volver al pasado (los '70) y un contundente stock de antidepresivos, ansiolíticos, antidiarreicos, rhodiola rosea, mentolathum, vaselina; pero sobre todo mucha clozapina, risperidona y o sus bioequivalentes.

Bueno don Santa, como decía Winston Churchill: "Ponga a enfriar una botella de espumante, merecida en la victoria, necesaria en la derrota". Estaremos en contacto (aún creo en usted).

Vivian Arend