Desinformación y campañas políticas
En los períodos políticos álgidos de estos tiempos se corre el serio riesgo de la proliferación de las noticias falsas. Los medios de comunicación tradicionales ofrecen mayores garantías de seriedad frente a la ola de abusos en las redes sociales.
Los resultados de la primera vuelta de la elección presidencial marcaron un nuevo paso hacia un hito político que esta vez se concretará con el balotaje, fijado para el domingo 19 de diciembre. En esa oportunidad, la ciudadanía tendrá que elegir entre los candidatos Gabriel Boric (pacto Apruebo Dignidad) y José Antonio Kast (pacto Social Cristiano).
Es un momento particular del país, ya que se enfrentan opciones que hasta ahora habían estado fuera de los bloques que tradicionalmente disputaron el sillón de la primera autoridad nacional, desde el regreso a la democracia. A ello se suma el hecho que cada uno de los candidatos representa a posturas menos enfocadas en el centro político y más hacia los extremos de la clasificación habitual entre derecha e izquierda, por lo que es inevitable que en el debate público aumente el grado de polarización.
En ese escenario, sin embargo, se ve una anomalía ya conocida en detalle en otros países y que en esta oportunidad parece bastante instalada en Chile, que es la proliferación de falsedades que son ocupadas para intentar especialmente dañar a los adversarios políticos, manipulando informaciones, con tergiversaciones, descontextualizaciones o mentiras que se suelen difundir profusamente.
Transmitir falsedades en medio de las discusiones políticas no es un fenómeno nuevo. Sin embargo, lo distinto en la actualidad es que ese proceso se ve fuertemente influenciado por las plataformas tecnológicas a través de las cuales la ciudadanía recibe información con mayor frecuencia y tiempo de exposición. Redes como Facebook, Twitter e Instagram o la propia plataforma de intercambio de mensajes WhatsApp, son el escenario propicio para que la desinformación haya proliferado prácticamente sin filtros, pese a que se deben reconocer recientes esfuerzos para cambiar este escenario.
Es en este panorama que el trabajo de los medios de comunicación tradicionales adquiere una relevancia trascendental, en el sentido de garantizar un ejercicio periodístico serio y responsable, alejándose de los dobleces y tergiversaciones que suelen encontrarse en las redes sociales, donde la experiencia ha demostrado que funciona más la lógica de la tribu que la de una sociedad democrática donde hay derechos y deberes.