Futaleufú y la frontera cerrada
Desde el apartado sector de la región se está manifestando la necesidad de alivianar las restricciones de circulación hacia el otro lado del límite con Argentina. En Futaleufú se está anidando una creciente inquietud por un cierre de fronteras que le ha impedido a las familias retomar una vida normal.
Por magnitud, densidad y visibilidad, los efectos de la pandemia se han hecho ver con gran elocuencia en los grandes centros urbanos del país, como Puerto Montt y Osorno, en la Región de Los Lagos. En las ciudades, el confinamiento y las medidas restrictivas de circulación significaron un duro golpe a la actividad normal de la ciudadanía, que por extensos meses tuvo que modificar sus rutinas y sufrir las consecuencias de la merma de la actividad económica, temas que han estado permanentemente en el foco de la opinión pública. Mal que mal, el freno al comercio y al turismo, por mencionar algunos, produjo en su momento el incremento de los índices de empleo que obligaron a medidas remediales por parte de la autoridad que continúan hasta hoy.
Pero los efectos del covid-19 no se han sentido únicamente en los centros urbanos. Pequeñas ciudades o poblados también han sufrido con la pandemia, como aquellos ubicados en zonas fronterizas que han quedado impedidos del centenario trasvasije de personas entre uno y otro lado debido al cierre administrativo dispuesto por las autoridades, como medida preventiva ante los contagios.
Donde ha ocurrido esto, entre otros varios sectores, ha sido en Futaleufú, provincia de Palena. Allí, a sus habitantes, a diferencia de lo que ocurre en buena parte del resto del país, históricamente les ha resultado bastante más conveniente, en cuanto a condiciones de transporte, cruzar la frontera hacia Argentina en demanda de servicios de salud que ir a centros urbanos como Puerto Montt. Ni hablar del tránsito al que obligan las reuniones de familiares repartidos entre uno y otro lado del límite nacional.
En los últimos días, los residentes de Futaleufú han comenzado a expresar su molestia por lo que acusan de discriminación, pues mientras otros pasos fronterizos de mayor tránsito están comenzando a operar, ellos siguen confinados. En este escenario, se hace imperioso que las autoridades examinen la situación y definan al menos un calendario de apertura que lleve certezas a familias que no han podido reunirse por más de un año y medio y que requieren acceso regular a servicios, siempre cautelando, por supuesto, las medidas sanitarias.