"Nosotros podemos perder esta elección y ahí sí que el desastre va a ser total"
"El país está afiebrado, empobrecido, con el orden público desatendido y con un Ejecutivo en estado de catalepsia", analiza.
Consciente de la importancia del proceso constituyente, Carlos Larraín reconoce que le habría encantado estar redactando la nueva Constitución (aunque votó Rechazo), pero dice que con 78 años "hay que ir cambiando de mano" y abrir paso a otras generaciones. Esto, sin embargo, no lo limita para opinar y exponer sus puntos de vista respecto de la contingencia nacional.
Abogado y exitoso empresario, Larraín fue presidente de Renovación Nacional (RN) por ocho años y también fue senador durante un período por la Región de Los Ríos. Hoy alterna estadías entre Santiago y su estancia "Cameron" en Tierra del Fuego, lugar que eligió para jubilarse de la política, pero desde donde regresó hace unos meses para hacer sentir su voz en su partido y ChileVamos.
-¿Cómo calificaría el actual momento político?
-Como al filo de la navaja. Estamos caminando por ahí con grandes esperanzas que no se van cumpliendo y con muchos temores que sí se van cumpliendo. En estos meses se resuelve el futuro de nuestro país por muchas décadas. Ya hemos visto cuánto puede durar una dictadura en el Caribe, 60 años; puede pasar lo mismo en Chile.
-¿Por qué tan pesimista?
-No es un pesimismo que derive de tener un problema digestivo, es el resultado de tener los ojos abiertos, observar y tener en cuenta con un hecho que es innegable, y es que aquí confluye la operación de una Convención Constitucional encargada de redactar los documentos fundamentales para la vida social y política, con elecciones parlamentarias y presidenciales. Entonces, el peligro consiste en que la Convención quiera hacer una Constitución que sintonice con quien gane las próximas elecciones. Eso es innegable y está ahí en el ambiente. En la Convención, por lo demás, están peloteando, haciendo precalentamiento y el proyecto no lo vamos a ver hasta después de las elecciones de noviembre. Y ahí vamos a ver lo que es canela.
-¿Cree que su sector está igual de preocupado o están inmóviles ante este presunto escenario tan oscuro que usted plantea?
-Yo creo que la derecha está bastante atontada, durante harto tiempo, y los de derecha que votaron por el Apruebo están sumergidos, no se ha sabido más de ellos. Creyeron que iban a pasar a ser voz cantante en el proceso que se avecinaba y no les tiran ni maní. Creo que ahora hay una directiva nueva en RN que está preparándose para las elecciones y que está teniendo más opinión. De la UDI no sé mucho.
-¿Es Sebastián Sichel un candidato competitivo capaz de dar vuelta esto?
-Yo creo que es completamente competitivo. Tiene muchas cualidades que lo hacen apto. Las encuestas lo muestran. Por lo demás, hay que tener en cuenta que es un hombre que no tiene estructura partidaria, ni gran fortuna personal, simplemente cae bien porque tiene cierta naturalidad.
-Pero no es que no tenga estructura partidaria. Estuvo en la DC, luego en Ciudadanos. ¿No lo complica este historial de cambios?
-Efectivamente ha tenido participación en a lo menos dos partidos, pero no tiene un partido que lo haya impulsado al lugar que ocupa. Se inventó solito, por así ponerlo. No es el resultado de una maquinación partidaria, y eso le da libertad.
-¿No golpea a los partidos de ChileVamos que no hayan sido capaces de poner un candidato de sus filas?
-Efectivamente, yo preferiría eso. Los partidos son una escuela y son imprescindibles para el sistema republicano democrático, pero bueno, si no surgió un candidato de las filas de los partidos hay que someterse a la realidad. Aquí hay una persona que va punteando y que en los cargos que ha ocupado se ha desempeñado bien. Entonces, hagamos un acto de confianza.
-¿Usted cree en las encuestas?
-No, no confío mucho, para serle franco. Pero como resulta ser que van muy parejos Sichel y Boric, no hay por qué encender luces de alarma. No veo cómo se puedan falsear las encuestas en este momento.
-Antes de las primarias las encuestas daban por seguros ganadores a Jadue y Lavín, y vea lo que pasó.
-Cierto, eso debiera enseñarnos una lección. Pero también hay que considerar que Boric irrumpió un poco a la cola, se mosqueó menos y Jadue mostró todo el naipe del Partido Comunista y en Chile todavía hay gente que se resiste a eso, afortunadamente.
-¿La irrupción de Yasna Provoste complica las posibilidades de Sichel de pasar a segunda vuelta?
-Al contrario, la aparición de Provoste y la candidatura de ME-O ayudan a que la gente vaya a votar en la primera vuelta con más libertad. ¿Por qué? Porque el voto de la izquierda se va a dividir y eso va a permitir que haya más opciones, y va a permitir que los que quieran votar por Kast lo hagan con más tranquilidad, porque saben que el voto de izquierda va dividido. Entre Yasna y ME-O sumarán 15 puntos. Al contrario, a nosotros no nos puede hacer nada perjudicial esta candidatura tan frívola como la de Parisi, que ni siquiera está en Chile.
-Dicen que no hay mejor encuesta que las elecciones y en las últimas las han perdido todas.
-Efectivamente. Es que el país está afiebrado, enfermo, empobrecido y con el orden público desatendido y con un Ejecutivo en estado de catalepsia. Han sido muchas cosas y yo creo que ahora las cosas van mejorando en el sentido económico, también en el control de la pandemia. Se está empezando a reconocer que se hizo un buen trabajo en la vacunación y me parece, puedo equivocarme, que el ambiente en general está menos duro, menos agresivo o refractario y eso puede ayudar a que vuelva la sensatez.
-¿Se ha puesto en el escenario de que no pasen a segunda vuelta?
-Por supuesto. Si ganamos va a ser ras con ras. La ultima vez la diferencia fue mayor por la simple razón de que Guillier fue un muy mal candidato para la izquierda. Se puso a echarle flores al Che Guevara, que tiene a su haber por lo menos 400 muertes en su pistola humeante. Le dio por decir "hasta la victoria siempre" y eso por supuesto ahuyentó a la gente e hizo que la eligieran a Sebastián Piñera. A Piñera lo eligió Guillier, qué duda cabe. Pero nosotros podemos perder esta elección tranquilamente y ahí sí que el desastre va a ser total. La Convención le va a hacer una Constitución como un traje a la medida al presidente de izquierda si resulta elegido.
-¿Le reconoce algo bueno a la Convención Constitucional?
-He visto bien poco de bueno. La Convención Constitucional viene a ser la cristalización, como la escarcha, de un país dividido por la mitad, y los que están a cargo de la Convención están muy empeñados en que se note que ellos llevan el pandero y que la otra mitad no va a tener nada que ver con el futuro de Chile. Ahí se equivocan medio a medio y esa división no es una cosa chica. La visión de los que dirigen la Convención es muy sesgada y están ignorando a los que ellos creen que es una minoría. Si la Constitución no va a reflejar más que los deseos de quienes dirigen la Convención, este país va a quedar dividido en dos igual que Israel con los países árabes, todos peleados y enojados.
-Pero la división de la que usted habla no es 50 y 50, sino que 80-20. ¿No legitima eso las demandas de la Convención?
-Aunque haya sido 90-10, no hay ninguna legitimidad para, por ejemplo, pedir que los padres no determinen la educación de sus hijos. Porque eso se llama totalitarismo. Pero el 80-20 hoy ha variado. Si uno lee las últimas encuestas, menos del 50% aprueba el trabajo de la Convención. Y aunque se mantuviera esa proporción, ¿va a impedir que los padres decidan la educación de sus hijos? No porque se sientan parte de la mayoría van a exprimir a la minoría.
-¿Cómo cree que va a ser recordado este gobierno?
-Creo que es un gobierno que tiene el tremendo pasivo de haber querido satisfacer más allá de toda razonabilidad las posturas y exigencias que venían de la izquierda, en un momento en que la izquierda ha abjurado de los 26 años en que estuvo en el poder, en que trabajó lealmente por consolidar una república democrática y por la economía de mercado. Y, sin embargo, a esta izquierda que pasó a ser agresiva y dura, este gobierno la trató de aplacar concediéndole cosas y llegó al punto en que por mucho tiempo el Ejecutivo fue incapaz de cumplir con su mandato constitucional de mantener el orden público. Creo que, efectivamente, ha sido un gobierno claudicante y sin fuerza.