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Testeos
En los últimos días han bajado notoriamente las cifras de contagios y de decesos por el covid. De ahí que se estén bajando restricciones y esté la sensación de que el virus ya no es tan letal como antes.
Pero la verdad es que todavía no estamos libres de la pandemia. Por un lado, todavía hay personas que no se han vacunado y que están propensas a contagiarse, e incluso quienes ya se hayan vacunado pueden adquirir el virus y tener síntomas leves, y luego contagiarlo sin saber. Además, hay que considerar que los virus mutan constantemente, y que las nuevas variantes del SARS CoV-2, incluyendo la más contagiosa hasta ahora, que es la Delta, tienen efectos que aún no conocemos del todo.
Se ha observado que los casos positivos han ido bajando al igual que la sintomatología debido a la vacunación, con lo cual secundariamente se han realizado menos testeos. Además los asintomáticos de todas maneras contagian, por lo cual, no podemos bajar los brazos con los testeos.
Si bien la PCR es el método de referencia y el más usado, tiene la desventaja de que no se puede hacer rápido, pues sus resultados demoran entre 4 y 5 horas. Por eso existe también la prueba rápida de antígenos, que es un test inmunocromatográfico que da resultados en 15 o 20 minutos, y funciona especialmente bien en pacientes sintomáticos y asintomáticos con alta carga viral. Además, se realiza con hisopado nasal, lo que hace más sencilla su implementación.
Si el objetivo mundial es llegar a la ansiada inmunidad de rebaño, aún no se llega al objetivo completamente. Aunque nos acerquemos cada vez más a librarnos de la versión original del virus, la aparición de nuevas variantes lo complica todo. Por eso, es necesario que los testeos rápidos se sigan haciendo, al menos mientras el covid nos continúe acompañando.
Dra. Cecilia Tapia, experta en diagnóstico molecular y Coordinadora de Enlace de laboratorio en Clínica Dávila
Cambio climático y energía
El cambio climático es una realidad, es decir, ya no se puede hablar de que Chile está sujeto a un largo periodo de sequía, o supersequía como la llaman algunos, y que ello se podría normalizar en los próximos años.
En Chile, derechamente el clima en la zona centro sur cambió, pasando de un clima Mediterráneo, con 4 estaciones marcadas, a uno más bien del tipo semiárido cálido, con inviernos más cortos y veranos más largos.
Desde el punto de vista de la pluviometría, este cambio implica que los promedios anuales de lluvia disminuirán, más allá que ocasionalmente tengamos algún año favorable.
En el caso de la electricidad, la escasez hídrica se traduce en una disminución en el nivel de los embalses que sustentan la generación hidroeléctrica. A la fecha, año 2021, el nivel de los embalses es 27% menor del que existía en 2020, año que fue catalogado como uno de los más secos de la historia.
Una menor capacidad hídrica ciertamente constituye un problema. Se suma a lo anterior, el que, en relación con el programa de descarbonización de la matriz eléctrica, han salido de servicio varias de las plantas de generación a carbón, y dada la escasez hídrica, ello se traduce en una merma en la operación eléctrica.
Las plantas basadas en carbón, más allá de que son muy nocivas para el medioambiente, lo cual justifica su retiro, tienen la virtud de asegurar mayor disponibilidad de energía a costos razonables, algo que por su variabilidad, los sistemas fotovoltaicos y eólicos no pueden ofrecer.
Lo anterior, provocó recurrir a la generación a gas natural, que es más cara y contaminante que la hídrica, e incluso, con más frecuencia de lo deseado, se ha tenido que recurrir a la generación en base a petróleo diésel.
De esta forma el precio de la energía eléctrica, referido al Costo Marginal, subió en forma importante en las últimas semanas, pasando a promedios cercanos a 160 US$/MWh, llegando en algunas horas a alcanzar valores cercanos 190-200 US$/MWH, todo muy por encima de los precios de 60 US$/MWh promedio que se daban hace un par de meses.
Si no se hace nada diferente, el escenario de altos precios de la electricidad se mantendrá, restando competitividad a la economía chilena. Esta última aseveración, se basa en el hecho que la escasez hídrica se mantendrá este año, y con toda seguridad, en 2022.
Una alternativa para atenuar en el corto plazo el alza de los costos de la energía es modificar la planificación de descarbonización de la matriz eléctrica, retrasando la salida de las plantas que generan en base a carbón, ello al menos mientras se implementan soluciones que puedan dar cuenta del problema de la escasez hídrica.
El acelerar la introducción de sistemas de almacenamiento eléctrico de respaldo, incentivar la generación eléctrica basada en sistemas de concentración solar, como la de Cerro Dominador, o tomar medidas para descongestionar ciertos tramos de la red de transmisión, entre otras alternativas similares, son parte de las posibles soluciones.
Marcos Crutchik, Centro de Desarrollo Energético Antofagasta, CDEA, Universidad de Antofagasta