"Mari mari casera". Cuando uno crece en medio de este contacto natural entre un "huinca" y las caseras de pelo negro como la noche y delantales floridos como la primavera, se hace imposible creer que la violencia que hoy vivimos desde La Araucanía a Los Lagos sea responsabilidad de esos morenos de andar pausado y mirar esquivo.
¡Devuélvannos la tierra!, es su grito de guerra. ¿Tierra de quién? ¿De ellos o nuestra? ¿De los Aymaras? ¿No somos todos chilenos?...
Aquí entre nos, si la pureza de la sangre los convierte a ellos en dueños de algo, nosotros los mezclados ¿qué somos? ¿trabajadores a sueldo? ¿Simples pagadores de impuestos?...
¿Cómo llegamos a esto?, a ver como destruyen tierras por años trabajadas, incendiando bienes y, lo que es peor, compatriotas honrados y trabajadores quemados vivos dentro de sus casas. Ciudadanos en manos de grupos armados, encapuchados ocultos en la oscuridad, sembrando el terror, so pretexto de recuperar tierras...
Parece ciencia ficción estar frente a tanta violencia y que los gobernantes, ante esta violación a nuestros derechos, se limiten a comentar "la antigüedad del conflicto"… ¿Conflicto?. Caras de palo, no hay candidato en campaña que no prometa terminar con esta masacre. Y apenas suben al codiciado sillón, se lo pasan de mesas de diálogo a querellas, de cambios de leyes a declaraciones patéticas…
Y aquí seguimos, plena democracia, torturados, aterrorizados a merced de grupúsculos (ni tan chilenos ni tan autóctonos) que utilizan cualquier bandera para sus conocidos propósitos, maleantes internacionales, auspiciados por conocidos partidos políticos con el único fin de impedir que chamantos y chaquetas, bocinas y trutrucas, pianos y cultrunes, sombreros y trariloncos, no puedan vivir en paz bajo el mismo antü (sol) sobre la misma Ñuke Mapu (Madre Tierra)...
¿Tierra?. Es posible que los mapuches sean originarios y tal vez antes que ellos fueron muchos otros, sin embargo, ni ellos ni los que vendrán son dueños de la tierra, sino nosotros todos somos de ella y en el mejor de los casos nos la tienen arrendada y sólo con esfuerzo, sacrificio y amor, podemos poseerla por un rato... ¿o no?
Vivian Arend