Desde el pasado miércoles entró en funcionamiento el nuevo Pase de Movilidad, un instrumento que permite que aquellas personas que hayan completado su proceso de vacunación contra el covid-19, puedan tener ciertos grados libertad en cuanto al desplazamiento en comunas que se encuentren en fases de cuarentena y transición. La medida, aplaudida por unos y criticada por otros, lo cierto es que tuvo efectos inmediatos y generó mayores desplazamientos, lo que se notó en un fuerte aumento de personas en los terminales de buses de varias ciudades del país, y a la vez incentivó la vacunación de la población que aún no se había inoculado contra la temida enfermedad, provocando que muchos vacunatorios se quedaran sin dosis, lo que fue corregido oportunamente por las autoridades de Salud.

Sin embargo, hay que llamar a la prudencia. Ello porque si bien este nuevo pase permite a su portador mayores libertades de movilidad en comunas confinadas, ello no significa que se puedan desatender todas las medidas que se deben tomar para evitar los contagios de covid-19, ya que si bien las vacunas ofrecen una alta protección, no impiden en un ciento por ciento los contagios. Y es ahí donde apuntan las mayores críticas al instrumento, toda vez que su funcionamiento comienza cuando se observa una nueva alza en los contagios y una alta ocupación de las camas críticas a nivel nacional.

A pesar de que las personas que ya están inoculadas pueden optar a este permiso, lo cierto es que debe ser usado con absoluta responsabilidad, ya que la pandemia no está controlada, tal como lo ha demostrado el que se hayan reportado más de 200 casos diarios en Ñuble en los últimos días y existan más de mil casos activos y persista una alta positividad en los últimos tres meses.

Por ello, es importante insistir en que si bien el Pase de Movilidad permite una mayor libertad de desplazamiento, esta viene de la mano con una alta responsabilidad individual y colectiva y cada persona debe mantener las medidas de autocuidado.

De eso, más el avance en el plan de inmunización, depende que la pandemia pueda comenzar a ser controlada.

Al inicio de esta crisis, pasamos un tiempo intentando comprender el comportamiento del virus y adoptando medidas -algunas por imitación, otras por sentido común, algunas prematuras, otras tardías- para mitigar su propagación. Estamos de acuerdo en que es complejo determinar con certeza la evolución de la pandemia y la duración de la emergencia sanitaria. Lo que sí es posible hacer es evaluar, ajustar, revisar y complementar las medidas sanitarias vigentes que fueron diseñadas, en su mayoría, pensando en períodos más breves de aplicación, y adoptar nuevas acciones, de carácter más permanente y basadas en el último conocimiento científico disponible.

Recientes investigaciones han relevado la importancia de la transmisión del coronavirus SARS-CoV-2 por inhalación de aerosoles, es decir, partículas pequeñísimas que pueden permanecer suspendidas en el aire incluso por horas en recintos cerrados.

La adecuada ventilación, entonces, adquiere un rol fundamental como medida preventiva frente a la propagación del virus en ambientes cerrados, contribuyendo a la reducción de los contagios, como ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud.

No es un hecho menor, porque en la práctica -y con las medidas adecuadas- nos ofrece una oportunidad real para la reapertura de una conjunto de actividades hasta ahora limitadas o, derechamente, prohibidas.

Hace algunos días presenté un proyecto de acuerdo, que fue ampliamente respaldado, para solicitar al gobierno que instruya al conjunto de sus ministerios, considerar en sus planes de prevención, iniciativas de regulación y programas de recuperación de actividades de cada sector, las medidas específicas destinadas a evitar el contagio por aerosoles del SARS-CoV-2, y promover la ventilación y la medición de la calidad del aire en los espacios públicos cerrados y la elaboración de los protocolos respectivos.

Así, puede exigirse a una amplia gama de espacios públicos y privados, de diversos rubros, como educacionales, de salud, de transporte, o comerciales, turísticos, gastronómicos o de servicios en general, el uso de monitores de CO2, a través de los cuales se mida en tiempo real los niveles de ventilación de los recintos cerrados. La reapertura no tiene solo consecuencias económicas. Tiene también -y por sobre todo- un efecto positivo en el estado de ánimo de las personas, pues ofrece cierta luz de esperanza respecto de una nueva normalidad. Ese es un tema del cual también tenemos que hacernos cargo.

Rabindranath Quinteros, senador Los Lagos