Padre capuchino de La Costa es el párroco más longevo de su congregación y del país
VOCACIÓN. El sacerdote holandés de 91 años, Teóforo de Jeu Zandvliet, lleva 27 años a cargo de la parroquia de Misión Cuinco, luego de dirigir por 30 años la Misión de Trumao. Es el misionero de la orden Franciscana Capuchina de mayor edad en Chile.
Hace exactamente 60 años, en 1961, llegó a Chile proveniente de Holanda el sacerdote capuchino Teóforo de Jeu Zandvliet, quien a sus 91 años es reconocido como el párroco más longevo de la congregación Franciscana Capuchina en Chile y de todos los sacerdotes encargados de las cerca de mil parroquias que operan en las 19 diócesis de todo el país.
El misionero lleva 27 años como párroco en Misión Cuinco, en San Juan de la Costa, donde es muy querido y reconocido por la comunidad, gracias a su larga barba blanca, hábito café, de capucha y cordón atado a la cintura, así como por sus ojos azules, sonrisa amable y su voz con acento extranjero con la que saluda a todos los que encuentra en su camino o que llegan hasta Misión Cuinco, donde está recluido desde marzo del año pasado a causa de la pandemia del covid-19.
"Mi dedicación a Dios será hasta cuando él decida que debo partir. Soy un hombre feliz y en estos tiempos difíciles es necesario seguir apoyando a las personas de esta comunidad, que tanto cariño y amor me han entregado. Los tengo en mis oraciones y meditaciones diariamente, al igual que al resto de las personas. Me acogieron hace casi 30 años y mientras sea la voluntad de Dios, estaré con ellos", explicó el misionero holandés vía telefónica.
Vida espiritual
El padre Teóforo nació el 27 de diciembre de 1929 y es el mayor de 11 hermanos, originarios de un pueblo llamado Leiden, en Holanda, donde aún permanecen sus únicas dos hermanas vivas (de 75 y 80 años), a quienes visitó por última vez hace aproximadamente 4 años, cuando viajó por última vez a su tierra natal.
"No creo que vuelva a Holanda. Pero no es un problema, porque esta tierra ha sido mi hogar desde que llegué en 1961. Primero estuve en la Misión Trumao por 35 años y después estuve un periodo de dos o tres años entre Trumao y Misión Cuinco, donde soy párroco desde hace 27 años. Cuando llegué encontré que las familias eran muy creyentes, personas de fe. Es algo que acá aún se mantiene, a pesar que la humanidad ha ido perdiendo la fe y alejándose de Dios. Quizás por eso vivimos la incertidumbre e inseguridad de este virus. Pero tengo la convicción de que volveremos a poner a Dios al frente de nuestras vidas y dejaremos de ser personas individualistas para amar al prójimo", comentó el padre "Teo" como le dicen cariñosamente.
Hasta antes de la pandemia su vida parroquial era siempre muy activa, donde realizaba misas o visitaba las capillas de Huillinco, Forrahue, Bahía Mansa y Puaucho, a lo que se sumaban actividades en casas de feligreses de sectores como Loma de la Piedra, Los Hualles, entre otros. En todas estas localidades fue testigo y acompañante de nacimientos, matrimonios, funerales, celebraciones y problemas que viven las familias, a quienes siempre les dio una palabra de aliento y buscó ayuda material cuando era necesario.
"Por la pandemia estoy acá tranquilo y cuidándome, pero me preocupo de hablar con la gente por teléfono, aunque la señal no es buena, o por mensajes a través de WhatsApp. Me vienen a visitar el obispo Jorge Concha y el padre Adrián (de Vet), quienes también se cuidan mucho de este virus. Envío un mensaje de amor, esperanza y fe a la comunidad. Que recuperen la fe en Dios y agradezcamos todas sus bendiciones, partiendo por la vida, la familia y la naturaleza", explicó el sacerdote holandés.
Un tesoro de la diócesis
Monseñor Jorge Concha, obispo de Osorno, destacó la calidad humana y espiritual del padre Teóforo, marcada por la sencillez que ha tenido durante toda su vida, viviendo con lo mínimo, pero siempre feliz y agradecido de Dios.
"Es un verdadero tesoro para la diócesis de Osorno y para toda la iglesia. En realidad, para todos quienes lo conocen. Es un hombre que decidió servir a su vocación en Chile, en comunidades sencillas, donde su espiritualidad y testimonio de fe están presentes siempre. Actualmente es el párroco más longevo del país. Es una bendición que a sus más de 91 años esté activo y responsable de su parroquia. Un hombre bueno, noble, de oración, de incansable lectura, disfruta de cosas simples como el canto, una conversación. Una bendición de persona, que incluso en pandemia es digno de imitar, ya que si bien se cuida, no deja de estar orando y preocupado por su comunidad", enfatizó Concha.
Agregó que también es el sacerdote de la congregación Franciscana Capuchina más longevo del país.
"No creo que vuelva a Holanda. Pero no es un problema, porque esta tierra ha sido mi hogar desde que llegué en 1961".
Teóforo de Jeu Sacerdote de Misión Cuinco