Detonaciones en las noches, ráfagas y fuegos artificiales se están volviendo algo común en las poblaciones de muchas ciudades. Los vecinos saben que se trata de grupos que anuncian ventas de drogas; las autoridades se comprometen a trabajar en ello. Sin embargo, no se detiene y hasta se ha "naturalizado".

Estos grupos son de relativamente reciente aparición en la zona. Pero sus operaciones y el uso de armas crecen y se hacen cada vez más sofisticadas, tal como lo señala el informe 2020 del Observatorio del Narcotráfico del Ministerio Público. Por otra parte, no se puede negar que el comercio prolifera también porque existe demanda creciente.

Además de lo anterior las agrupaciones se articulan y generan cadenas de poder, miedo y recursos que no solamente amenazan los territorios donde se ubican, sino las estructuras y organizaciones sociales a través de la corrupción. Es decir, logran algún grado de protección que les permite seguir operando.

A esto se le denomina "crimen organizado" y, lamentablemente, no se verifica solamente en asuntos de drogas, sino en influencias, negocios ilícitos, impunidad para operar más allá de la ley, tráfico de personas, comercio de armas, entre otros que corroen las bases de la democracia.

Ante la evidencia de estos hechos en Chile, fue presentado un proyecto de ley que busca dar más herramientas para combatirlos y propone modificar la actual denominación de asociación ilícita, reemplazándolo por dos nuevas figuras: la asociación delictiva (bandas que se reúnen para cometer delitos) y la asociación criminal (grupos que delinquen, pero tienen los vínculos para evitar ser castigados).

"Estamos en un punto de inflexión que nos obliga a actuar ahora con decisión y urgencia", dijo el Presidente Sebastián Piñera al presentar la iniciativa y enfatizar que es preciso dotar de más atribuciones a la entidades que hoy enfrentan el tema .

Es de esperar que esta propuesta legislativa tenga acogida y rápido trámite en el Congreso, especialmente, porque la comunidad requiere protección.

Porque nuestro objetivo es lograr una mejor calidad de vida para las personas, es necesario comprender la planificación del territorio como el instrumento que proyectará y moldeará la vida en la ciudad. Es nuestro deber ofrecer a los osorninos una comuna más equitativa, más cercana, menos segregada, y de mayor proximidad; y que al mismo tiempo satisfaga las seis funciones sociales urbanas que afectan directamente en el bienestar de los ciudadanos. Una vivienda digna, tener un trabajo físico o digital, poder comprar en las cercanías, poder cuidar la salud física y mental, poseer acceso a la cultura y también a la educación, son necesidades sustanciales para la construcción de una gran sociedad.

Sin duda, los objetivos mencionados, implicarían operar en una transformación en profundidad del espacio urbano, todavía altamente centralizado y monofuncional. De la ciudad central y sus diversas especializaciones, avanzaríamos a una ciudad policéntrica, que permite ofrecer calidad de vida en distancias cortas, a escala de barrio.

Tres atributos deben concurrir de forma orgánica para lograr la efectividad. Primero, el ritmo de la urbanización, se tendrá que adecuar al tiempo de los humanos y no de los automóviles. Por otra parte, los metros cuadrados poseerán distintas funciones -tales como una escuela de día, por la tarde se convierta en un centro cultural- y finalmente, que los ciudadanos que comparten el territorio, sean miembros activos, participativos y empoderados. El amor y orgullo por los barrios es cultivado en este tipo de planificación.

Este concepto de ciudad de proximidad data del 2014 y es una propuesta de Rafael Moreno. Por primera vez fue aplicado por la alcaldesa Anne Hidalgo en Paris. En Chile es un objetivo recogido en la Política Nacional de Desarrollo Urbano del año 2014, enmarcado en la promoción de los usos mixtos y en la focalización de inversión del Estado en zonas deficitarias, para proveerlas con servicios y equipamientos.

La crisis sanitaria nos hace visibilizar con más fuerza la importancia de avanzar en la construcción de esta proximidad, o bien, resguardarla en aquellas ciudades intermedias como Osorno donde es altamente factible de implementar.

La ciudad de proximidad es también un aporte a la salud mental de las personas pues genera una ciudad serena, con mayor cercanía, menos estrés, menos horas de transporte y más resiliente frente a perturbaciones como la crisis sanitaria actual u otras amenazas.

Andrés Angulo, arquitecto, presidente CChC Osorno