Correo
La tarea de Joe Biden
Con Joseph R. Biden Jr. comienza una nueva y bienvenida era. La excepcional ceremonia en el Capitolio solo tiene como precedente la austera celebración para iniciar el cuarto periodo de Franklin D. Roosevelt en 1945.
Biden tiene un inmenso desafío por delante en la provisión de ayudas económicas para la población más vulnerable y golpeada por la pandemia, al igual que en lo que concierne al cambio climático, el aumento del salario mínimo federal (lo que competerá a la nueva secretaria del Tesoro, Janet Yellen), la contención estratégica de la República Popular China, entre otros. No menor será la tarea de neutralizar a los grupos e individuos constitucionalmente desleales y extremistas como Oath Keepers o Proud Boys.
Con Biden, el populismo basado en emociones fuertes y el excesivo partidismo estará en retirada. Esa es una buena noticia y sería un contrasentido que el nuevo mandatario caiga en el lenguaje de la política de la identidad o la woke ideology. Si seguimos a James Madison, en coyunturas como estas, los sistemas democráticos requieren de liderazgos que bajen las temperaturas y que canalicen las pasiones hacia formas constructivas. En el contexto de nuestra propia constituyente, lo anterior subraya la importancia de sistemas armónicos de frustraciones mutuas.
Camilo Barría-Rodríguez
Rectifiquemos el 2020
La aceleración de la transformación que se vivió en 2020 fue sin duda inimaginable. A nivel laboral, si bien las personas habían comenzado a recibir capacitaciones durante los últimos años para enfrentar los nuevos desafíos, no fueron suficiente para el nuevo escenario. Y lamentablemente la incertidumbre económica redujo esta inversión por parte de las empresas, quedando como última prioridad la preparación de los colaboradores.
En nuestro caso, la demanda por parte de las empresas que contratan cursos de especialización y capacitación para sus colaboradores disminuyó considerablemente. Pero esto no se debió a que los colaboradores hayan dejado de tener interés en su capacitación. De hecho, de acuerdo a nuestros registros la demanda individual por los diferentes cursos creció en un 40%. Esta tendencia también se observa en un estudio realizada por Laborum.com, en la que un 47,5% de los encuestados afirma haber aprovechado la pandemia para capacitarse.
Si bien es imposible negar lo positivo de esta situación, no podemos dejar de preocuparnos por el escenario que atravesaron las empresas, en el que no primó la necesidad de cumplir este rol educador. Las compañías saben mejor que nadie cuáles son los focos de capacitación para el crecimiento de sus colaboradores y, por lo mismo, es importante que se hagan cargo de las capacitaciones.
El 2020 fue un año donde las prioridades se movieron hacia otros focos, pero este 2021 necesitamos retomar y rectificarnos, entendiendo que las capacitaciones son el pilar del éxito futuro de las organizaciones.
Luz María González
Pensar en el bien común
A diferencia de lo que comúnmente se cree, la responsabilidad individual no es el mero cuidado de uno mismo y el cumplimiento de las normas establecidas. Al ser el humano un animal político, nuestra vida se desarrolla en sociedad y cada acto individual, por pequeño que sea, podría tener consecuencias en algún tercero. El hacer filas enormes por el lanzamiento de zapatillas o de lo que sea; asistir a fiestas; ir a la playa; celebrar matrimonios; etc., son actos que nacen en la iniciativa individual de cada uno, pero que sin embargo, con el covid-19 presente, podría arrastrar consecuencias fatales e involucrar a muchas personas. De esta forma, la responsabilidad individual vela por una conducta ética del ciudadano, que se podría traducir en "no hacer al otro lo que no quieres que te hagan a ti".
Herman Durán Urra
Pilar solidariaEl pilar solidario nunca ha tenido la prioridad que se merece y desde sus inicios en el año 1975 -antiguas pensiones asistenciales-, ha tenido baja cobertura de beneficiarios y de montos entregados.
Recién en el año 2007, con la reforma previsional de la Presidenta Bachelet, se mejoró la cobertura al 60% más vulnerable con una pensión inicial de $65.000, que mejoró a $75.000 en el año siguiente. Desde ahí el pilar solidario sólo se actualizó por IPC y recién se incrementó en el año 2016 luego de las marchas de No+AFP, para dormir nuevamente hasta el llamado "estallido social" de 2019, donde se mejoraron en un 50%.
Las pensiones solidarias siguen siendo bajas, y seguirán siendo bajas, pues carecen de una visión a largo plazo donde tengan prioridad como política pública, con mejoras en coberturas y en montos luego de un estudio técnico programado.
Esperemos que el pilar solidario sea prioridad en la próxima elección presidencial.
Eduardo Jerez Sanhueza