Cuando hacer música se convierte en un calvario
"Quisiera que oyeran la canción que escucho cuando escribo esto" (Kindberg) es la novela debut de Manuela Espinal Solano, una joven de 22 años que hizo de su biografía una novela corta y rebelde.
En un hogar con varias generaciones de músicos nació Manuela Espinal Solano. La joven autora colombiana logró contar su breve e intensa vida -como hija de una cantante- con su libro debut "Quisiera que oyeran la canción que escucho cuando escribo esto" (Kindberg). La obra fue publicada cuando Espinal tenía sólo 18 años en Colombia, Perú y España. Hoy, la joven escritora recién publicada en Chile (Kindberg), es representada por la Agencia Literaria Schavelzon Graham. Los críticos han dicho de este libro que es "evidentemente un prodigio de síntesis vital".
Capítulo a capítulo, Espinal va ordenando los propios recuerdos a los que agrega cuotas de ficción. Por ejemplo, en esta novela corta hay imágenes de cuando ella era niña y se quedaba sola con su hermana esperando la llegada de su madre. La noche caía pesada sobre todas ellas.
La madre siempre salió en busca del éxito. Pero era un éxito humilde: cantar en mejores lugares o ser la intérprete principal de tangos y boleros. Ser rica o grabar discos propios poco le importaba. La familia sobrevive a una vida nómade y bohemia. El cansancio de la madre, por las noches después de cantar, libera a la hija de seguir sus pasos. El escenario en crudo es más una condena que un paraíso.
"Los meses pasaron y muy pronto estuvimos en el aeropuerto. Toda la orquesta esperaba sin dormir a que fueran las dos de la mañana, hora de abordar el avión. Nos sentamos juntos a conversar y a luchar contra el sueño. Yo me quedé al lado de mi mamá, sosteniendo en las piernas a mi hermana (...) Podía notar el cansancio, tenían ojeras largas y bostezaban seguido, pero los mantenía despiertos la ilusión del éxito. Querían llegar pronto a un país desconocido donde, tal vez, las cosas funcionarían", escribe Espinal.
Manuela Espinal explica por qué la protagonista de su libro le cierra la puerta a la bohemia: "Todo lo que ella ha vivido, lo ha vivido a partir de la música. Su infancia, su relación con su madre, su relación con la casa, las raíces. La música es la que explica lo que está pasando. A partir de eso ella entiende la música no solo como un oficio, sino que lo afecta todo, la vida cotidiana, las relaciones familiares. Entonces dejar la música para la fama, el escenario y el disfrute del público puede ser muy trivial o poca cosa para ella".
-¿Cómo se tomaron en tu familia el libro?
-Eso siempre ha sido toda una pregunta y una situación como familia. Porque hay ficción, pero viene de mi vida. Es sumamente autobiográfico y mi familia es retratada allí. He insistido mucho que no es un diario ni 100% autobiográfico. Es autoficción y les he dicho: "Son personajes que hice para el libro", pero ellos se reconocen en el texto. Hemos chocado en cuanto lo que dice la narradora de su madre, de sus abuelos. Mi abuela me ha dicho más de una vez: "esto no es del todo cierto", "esto no pasó". Hay pequeños reclamos, pero no ha sido la causa de separación familiar. Hay un sentimiento de orgullo y apoyo. Al fin y al cabo la literatura no es tan lejana a la música.
-Está el rechazo a la vocación familiar de la música.
-La narradora no menosprecia la música, la admira, pero de alguna manera le teme. Para mí es muy notorio el amor a la música, al escenario, pero la narradora lo encuentra inaccesible para ella. Es casi una reflexión de cómo las personas talentosas no llegan necesariamente a ser reconocidas, y cómo su familia ha sido víctima de eso. Eso hace que deje de interesarle como oficio.
-¿De qué forma influyeron en tu carácter las mudanzas y la vida bohemia?
-Esas cosas forjaron mi carácter. Porque yo le doy vida a la narradora del libro, y mucho de la narradora soy yo. Hay un rasgo muy mío, esa madurez prematura. En el libro muchas veces es la niña la voz de la razón entre adultos. Casi la mano derecha de su madre, la cuidadora de su hermana y al mismo tiempo, una joven rebelde frente a la familia. No se rebela siendo desordenada o irresponsable, sino lo contrario. Si su madre es aventurera, bohemia, la narradora quiere echar raíces, tener tranquilidad, estabilidad. Todo el ambiente fiestero forjó mi carácter.
-¿Cómo te conectaste con tus recuerdos de niña?
-Era un ejercicio constante, no solamente al escribir. Todo el tiempo de traía mis recuerdos, hurgaba en mi memoria. Todos los escenarios y las ciudades las visitamos con mi hermana y yo de pequeñas y mi mamá más joven. Recordar es un ejercicio que disfruto, escribir de lo propio y de la memoria es lo que más me gusta. Más que hablar desde la ficción pura, prefiero lo personal, desde adentro, a pesar de los dolores que pueda llevar es para mí la mejor forma de escribir y es un tema en el que estoy más interesada.
-¿Qué música te ha acompañado en esta pandemia?
-Mucha. Todo el tiempo escucho música y de varios géneros. Me gusta la música en inglés, en español, la escuché en los primeros meses de cuarentena, en Argentina, lejos de mi familia, pensando que no iba a poder volver. Me gusta mucho Soda Stereo.
-¿Qué música elegirías para esta pandemia?
-Una bien caótica. Algo tipo sinfónico, catastrófico, con un piano muy fuerte y muy miedoso. De esas canciones que tienen muchos momentos, que sea larguísima.
La escritora Manuela Espinal creció en una familia formada por varias generaciones de músicos.
"Quisiera que oyeran la canción que escucho cuando escribo esto"
Manuela Espinal Solano
Kindberg
80 páginas
8 mil
Por Cristóbal Gaete
"Si su madre es aventurera, bohemia, la narradora quiere echar raíces, tener tranquilidad, estabilidad. Todo el ambiente fiestero forjó mi carácter".
cedida