Responsabilidad detrás del volante
La precaución, el apego a la normativa y el sentido común, deben primar a la hora de asumir la conducción de un vehículo motorizado. Exponerse uno y a la vez a otros a un accidente de tránsito, por mera irresponsabilidad, es un acto absolutamente egoísta e irresponsable y una conducta que debe ser erradicada.
Mucho se ha insistido en la conducción de vehículos motorizados con absoluto apego a la normativa vigente, es decir, respetando los límites de velocidad y a la vez ejerciendo un manejo atento a las condiciones del tránsito y a la defensiva.
Sin embargo, es fácil ver en comunas de la provincia automóviles desplazándose a velocidades que claramente exceden los límites permitidos en áreas urbanas, y que tienen como máximo los 50 kilómetros por hora; o bien choferes -lo que es cada vez más frecuente- que guían sus vehículos haciendo uso de sus teléfonos celulares.
Se trata de un problema que se ha abordado desde todos los frentes, con campañas en diversos medios, pero en el que poco se avanza, toda vez que a diario puede observarse a conductores que transgreden la norma y cometen imprudencias que perfectamente podrían terminar en un accidente.
Frente a este escenario se hace necesario volver a este tema las veces que sea necesario, con la finalidad de generar una real toma de conciencia por parte de quienes asumen la conducción de un vehículo motorizado.
Cuando el país enfrenta el mayor desafío sanitario en su historia reciente, todos los esfuerzos logísticos, económicos y humanos de la Salud debieran estar puestos en la batalla que se está librando para controlar el avance del coronavirus y a la vez proteger a la población. Por ello, exponerse uno y a la vez a otros a un accidente de tránsito, por mera irresponsabilidad, es un acto absolutamente egoísta e irresponsable y una conducta que debe ser erradicada.
En momentos tan trascendentales como los que enfrenta el país, la responsabilidad y el cuidado personal y colectivo, son fundamentales.